El jefe vuelve de vacaciones y, ¡oh sorpresa! la Tierra sigue girando

El jefe vuelve de vacaciones y, ¡oh sorpresa! la Tierra sigue girando
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Hay un tipo de jefe obsesionado por controlar todos los aspectos de su empresa. Vive por y para la empresa. Y una de sus mayores angustias se produce en el momento del verano cuando se toman un descanso. Parece que se va a acabar el mundo, pero el jefe vuelve de vacaciones y, ¡oh sorpresa! la Tierra sigue girando.

Y la empresa no se ha hundido. Sigue funcionando y esos empleados que no saben ni mover una carpeta si él no está encima han seguido trabajando como lo hacen habitualmente. Buenos, como siempre no, un poco más relajados ya que no tienen encima el pie del jefe y al final es estrés que se acumula hace que las tareas pendientes se puedan realizar incluso de forma más productiva.

Lo peor de todo es que en muchos casos hay temas pendientes que no se han podido abordar simplemente por el hecho de que el jefe debe darnos su conformidad para seguir adelante. Y aquí suele producirse una paradoja graciosa, porque por un lado no deja que nadie tome decisiones y por otro acabará con una reprimenda, porque esta tontería la podían haber puesto ya en marcha...

Y esto reafirma su postura de ser imprescindible en la empresa. Este tipo de organizaciones tienen dos tipos de problemas fundamentales. No delegan, por lo que tienen que estar disponibles a cualquier hora del día por si surge un problema. Es un jefe que toma todas las decisiones, hasta las más nimias.

Por otro lado no se cree en el trabajo en equipo. Porque lo mismo que trasmite el jefe, ocurre por lo general con los mandos intermedios. Al final toda la cadena de transmisión de las tareas está llena de personalismos y el trabajador es un mero ejecutor que no tiene libertad ni para elegir el tipo de letra con la que responde a un correo.

Imagen | RyanMcGuire

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