Despidos (im)procedentes

Despidos (im)procedentes
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Aunque en muchos casos es relativamente sencillo determinar si un despido es improcedente o no, en algunas situaciones la decisión depende de matices que harían las delicias de cualquier estudiante de derecho laboral.

La situación es la siguiente: un trabajador es contratado por una empresa, después de exigirle que necesita vehículo y ordenador portátil propio para llevar a cabo su trabajo. Aunque lo habitual es que la empresa proporcione el equipamiento informático, el trabajador acepta en la entrevista de trabajo. Después de varios días, su jefe advierte que el portátil no utiliza Windows, sino Ubuntu (una distribución de Linux). Este solicita al trabajador que desinstale Linux, se baje una copia ilegal de Windows a través de eMule y lo instale. El trabajador se niega, motivo por el que es despedido. ¿Hablaríamos de despido improcedente?

En este caso, no podemos dar una respuesta clara. Por un lado, sería posible argumentar que, a pesar de que el portátil es propiedad del trabajador, la empresa tiene la potestad de exigir el uso de un sistema operativo o unas aplicaciones concretas. Dentro de las prácticas que el trabajador asume al incorporarse a una empresa, se incluye el uso de una serie de herramientas determinadas (una carretilla elevadora, un destornillador especial o un programa específico).

Por otro lado, el mismo argumento puede aplicarse en sentido contrario. Los medios productivos son propiedad del trabajador y, mientras este cumpla la función que se le ha asignado, tiene el derecho a hacerlo en la forma que estime más conveniente. Para los que crean que es aceptable pedir la instalación de otro sistema operativo, pensemos en el otro elemento en la relación laboral. ¿Cuál sería nuestra reacción si nuestros jefes nos pidieran que cambiásemos el carburador de nuestro vehículo por otro?.

El elemento decisivo en este caso sería la exigencia de instalar software ilegal. El trabajador no puede incumplir la legislación, por mucho que el uso de software pirata sea una práctica habitual y que se trate de una exigencia de su empleador. En este caso, creo que la decisión del juez iría en la dirección de reconocer un caso de despido improcedente. Sin embargo, sin este último elemento de decisión, la resolución del juez sería muy compleja.

Conclusión: cualquier despido tiene que estar suficientemente argumentado. Ojo con cualquier conducta ilegal (aunque sea común), porque puede salirnos muy caro.

Vía | Xeduced
Imagen | Andrew Mason
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