Reforma del mercado laboral, cómo conjugar flexibilidad con estabilidad en el empleo

Reforma del mercado laboral, cómo conjugar flexibilidad con estabilidad en el empleo
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En estos días se está iniciado la negociación para la reforma del mercado laboral. El objetivo es atajar una excesiva temporalidad, que es uno de los problemas crónicos de nuestra economía. También la precariedad, que no siempre tiene que ver con la temporalidad. Se puede tener un contrato temporal que no sea precario. Las cartas están encima de la mesa y tanto organizaciones de empresas como sindicatos y Gobierno tienen que jugar la partida.

El Gobierno ha puesto la posición de salida para negociar encima de la mesa. El contrato fijo tiene que convertirse de hecho en el estándar a la hora de contratar. Simplificación normativa, solo tres tipos de contratos y prevalencia del contrato fijo. Y las empresas lo ven como inaceptable, como dar un paso atrás en lo que a flexibilidad del mercado laboral se refiere.

Sobre todo teniendo en cuenta que en nuestro país hay determinadas actividades que tienen que ver con la estacionalidad, ya sea en el sector agrario con la recogida de fruta, por ejemplo, en el turístico con los empleos asociados a sol y playa o en otros como pueden ser la temporada de rebajas o Navidades que demanda más mano de obra en el sector comercio.

La clave está en cómo se articule. Porque la mayoría de los empleos de este tipo van a seguir siendo temporales. Otra cosa son los puestos de trabajo estables, que no se consolidan porque se encadenan contratos temporales a diferentes trabajadores. O los que año tras año van a volver a contratar personal, como puede ser educación al inicio del curso escolar. Es aquí donde el Gobierno quiere implantar de forma generalizada la figura del contrato fijo-discontinuo. Es una de las fórmulas para dar estabilidad, consolidar el empleo y que la temporalidad baje.

La otra está en los ERTES, una solución que todos conocemos desgraciadamente debido a la crisis del COVID, pero que ya han dicho reiteradas veces que viene para quedarse. La posibilidad y facilidad que se daría a las empresas de incluir empleados en ERTE evitaría los miedos de las empresas a contratar y tener que despedir si luego no salen bien las cosas.

De lo que no se ha hablado, cosa que me sorprende, es del coste del despido. Porque nadie quiere contratar a una persona de forma temporal, a todo el mundo le gustaría ofrecer una estabilidad laboral, ya que refuerza el compromiso de empresario y trabajador. Pero si sale más caro despedir al trabajador fijo que al temporal, se apuesta por lo segundo. Creo que necesariamente el coste de ambos modelos tenderá a converger más pronto que tarde. Y en esta negociación sería decepcionante si no se abordarse dicha medida.

Por último una cuestión muy dañina es la precariedad laboral. Una cosas es tener un contrato temporal de unos meses. Otra bien diferente de unos días. Hoy te llamo, mañana no, pero no te vayas muy lejos que la semana que viene te vuelvo a llamar un par de días. Y esto es algo que unas pocas empresas, por ahorrarse unos euros en cotizaciones lo hacen de forma recurrente.

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