El sindicalismo del siglo XXI se expresa en las redes sociales

El sindicalismo del siglo XXI se expresa en las redes sociales
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El sindicalismo es algo de nuestros padres, incluso de nuestros abuelos, esos proletarios que trabajaban en la fábrica. La nueva economía no entiende estas reivindicaciones porque la empresa es una startup o el profesional liberal es un emprendedor que trabaja por su cuenta. Trabajar para vivir se ha convertido en un lujo, se vive para cumplir un sueño, para sacar adelante una idea, nos auto esclavizamos nosotros solos.

Y el ejemplo lo dan otros "visionarios", gurús de la empresa postmoderna, con jornadas de trabajo propuestas de 80 horas. Con este ejemplo es muy complicado quejarse de que nuestro sueño no era esto. Si no lo intentas con todas tus fuerzas no lo consigues. O dicho de otro modo, si tu jornada laboral dura menos de 12 horas, no te has quedado sin amigos o incluso sin pareja y todo tu ocio se reduce a visionar series mientras esperas que salga tu avión... es que no estás poniendo todo de tu parte.

Y si se pueden quejar, en redes sociales, en el afterwork con otros compañeros del coworking, que están en la misma situación que nosotros. Porque la tarifa plana se acaba, los clientes no aumentan y poco a poco vamos asumiendo que esto no da para mantenernos así mucho más tiempo. No va a venir una gran empresa a comprar nuestra idea, porque ni siquiera se ha convertido en un negocio.

Porque el fracaso no es más que una lección aprendida para el próximo emprendimiento. ¿Pero estamos dispuestos a pagar el peaje que supone? ¿Cuánto tiempo de nuestra vida tenemos que emplear para llevarlo a cabo? ¿Y si al final no lo conseguimos?

O el freelance se da cuenta que ahora no tiene un jefe, que tiene muchos y además alguno de ellos puede que ni siquiera le pague. Pero asumen que es el precio a pagar por perseguir sus sueños. Nos hemos metido tanto en esta retórica de nuevos emprendedores que no nos damos cuenta que asumimos nuestra escalvitud con resignación.

Hay cosas que mejorar, pero las quejas se quedan en redes sociales. No existe un grito unánime: ¡Emprendedores y freelances del mundo, uníos! El siglo XXI tiene unas nuevas relaciones laborales y el precio de nuestra libertad implica muchas veces la contradicción de perderla y esto es algo de lo que no nos damos cuenta.

Imagen | KlausHausmann

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