Los consumidores se mueven muchas veces por impulso. Buscan la mejor oferta, pero esta rebaja tan interesante muchas veces no significa realmente una bajada de precio. El ejemplo más reciente lo representa el Black Friday, donde solo 1 de cada 10 productos bajó su precio según los datos de monitorización de precios Minderest.
Esta herramienta ha monitorizado los precios de más de 13 millones de productos 15 días antes de la fecha del Black Friday y se han comparado con los datos del año pasado. Según este estudio, el 83% de los productos mantuvo su precio, pero hay que añadir que un 7% incluso llegaron a subirlo. Pero es que además la media de los descuentos tampoco fue una locura, puesto que se situó en el 12,38%, mucho menos que cualquier campaña de rebajas como las que se podrán disfrutar a partir de enero.
Todo esto no hace sino poner un poco de perspectiva a este tipo de campañas, donde hay una serie de artículos, pocos y con poco stock, que suelen tener una rebaja muy agresiva, pero que la media de los descuentos es más bien bastante normal. La campaña sirve más como gancho para animar a la compra que otra cosa.
No todos los consumidores hacen un seguimiento de los productos que quieren comprar y realmente esperan a este momento del año para adquirirlos con algo de descuento. En muchos casos no se encuentran ofertas atractivas, en otros el descuento es escaso y solo en unas pocas ocasiones se llevan una alegría con un descuento realmente atractivo.
El problema es el daño que muchas veces hacen a las pequeñas empresas, que ven como sus clientes buscan en grandes cadenas o en Internet productos que ellos venden e incluso a un precio similar del que acaban por comprar. Y esto en vísperas de una campaña tan importante como la de Navidad es sin duda un problema.
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