Siempre se ha dicho que unos empleados felices son más productivos, pero, ¿realmente aplicamos esta fórmula en nuestras empresas? Pues en realidad muchas empresas obvian su significado. Esto se debe a que aunque entendemos que el respeto de los tiempos de descanso, la calidad de vida y el desarrollo personal y profesional son factores que inciden positivamente en la productividad de nuestros empleados, muchas veces nos obcecamos con objetivos muy a corto plazo que nos introducen en una peligrosa espiral de desgaste.
Se que es complicado sopesar cuestiones de este tipo, sobre todo cuando nos encontramos ante un pico de trabajo importante, pero en la gestión de un buen gestor de personas, que necesariamente ha de ser de ciclo largo, se han de tener en cuenta para conseguir los siguientes objetivos:
1) Mantener un nivel de autoestima y control adecuados: cuando somos dueños de las tareas la situación tiende a estar controlada, pero cuando nuestras tareas nos desbordan y no proporcionamos la respuesta adecuada podemos perder el control de las mismas
2) Aislamiento de pequeñas tensiones (por agotamiento) que potencialmente puedan generar ambientes de trabajo incómodos para entornos de colaboración
3) Proteger la capacidad de respuesta ante escenarios y momentos de tensión, que no se podría conseguir o esperar del mismo modo en caso de vivir en una situación constante de tensión
Por tanto, resulta mucho más interesante incentivar el bienestar de nuestros empleados, porque como sucede con otras tantas cuestiones los objetivos casi nunca se logran a corto plazo, debiendo nutrir las distintas relaciones y habilidades al ritmo adecuado si en el momento más preciso o crítico deseamos obtener el mejor resultado.
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