El efecto Mcdonald's en nuestros bares

El efecto Mcdonald's en nuestros bares
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Una de las principales de innovaciones que aportó esta cadena de restaurantes a nuestro mapa hostelero, fue la redefinición de la labor de los camareros. En este tipo de restaurantes de comida rápida, nosotros nos servimos las mesas y nosotros (algunos) las recogemos.

Esta filosofía de trabajo compartido, o diferir las labores propias de los camareros a los clientes es una figura que a día de hoy consideramos ¿normal? en este tipo de establecimientos, pero que nos choca cuando la vemos fuera de las franquicias de comida rápida o similares.

Este fin de semana, Pablo Herrero y yo, tuvimos ‘el placer’ de comprobar esta adaptación conceptual del camarero a los mesones sevillanos. En un par de ellos que estuvimos, pudimos comprobar como la figura del camarero de mesa ha desaparecido en muchos establecimientos, sustituyendo esta figura por los propios clientes.

Aquí no hay bandejas de colores ni nada por el estilo, si quieres un mantel te lo coges y lo pones, el solomillo, la cerveza y todo lo que vayas a tomar idem de las mismas; con tus manitas, te lo llevas a tu mesa. Lo más curioso; Si no te parece bien, te vas a otro lado, ahí no hay duda, pero son muchos quienes lo están poniendo en práctica.

¿Se puede deber a la crisis? No lo creo, porque me da la impresión que este sistema cuando llega es para quedarse. En el sector servicios siempre se ha recriminado el poco recorrido que tiene el sistema de gestión para mejorar la productividad de la mano de obra. Obvio, un camarero invierte un tiempo en servir una mesa y por más que se quiera no puede ir más rápido, salvo que sea superman vamos.

Mejorar la productividad eliminando al típico camarero de un plumazo, creo que es modificar ampliamente el concepto de mesón, restaurante o bar de tapas de una forma muy radical. Funcionar claro que funciona, más aún si todos los del sector del mismo entorno geográfico realizan la misma estrategia, pero también debe redundar en un beneficio económico para el cliente, extremo que quizá no se cumpla univocamente.

Capar la hostelería totalmente de la figura del camarero, es romper el vínculo con el placer que experimentamos muchos a la hora de sentarnos a la mesa, fuera de la cordialidad y establecimiento de relaciones afectivas con el propio establecimiento. Muchos de nosotros estaremos acostumbrados a cenar en ciertos lugares, en donde conocemos al camarero por su nombre, él a nosotros también, seguimos sus recomendaciones o sugerencias…

Automatizar de esta manera un sector tan propio y personal de este pais como el tapeo, creo que es muy peligroso para su propia supervivencia. ¿Qué es preferible? Asumir unos costes adicionales de servicio o autoabastecernos una mesa cuando estamos de cañas. ¿Qué opinais?

Imagen | Ishbiliyá

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