Como consecuencia de la situación económica que atravesamos y las dificultades para mantener una compañía con buenos resultados, muchas de ellas se están centrando en productos de baja calidad. Si lo hacen, pueden presuponer que el consumidor, en tiempos difíciles, se preocupa más por la utilidad y los precios bajos que por la dimensión social y emocional de un producto. Y no siempre es así.
Las personas, evidentemente, nos preocupamos por el precio pero a veces nos preocupamos más por lo que los productos pueden significar en nuestras vidas. Aunque estemos presionados económicamente no queremos sentirnos pobres. Por eso, uno de los desafíos de todo emprendedor es recortar costes sin reducir el significado de lo que ofrecemos al consumidor, que muchas veces puede ser nuestro mejor producto.
Un ejemplo de esta realidad es IKEA, que fundada a mediados del siglo XX, ha sabido llegar a todos los lugares del mundo y se distingue de toda su competencia por lo que significa: moderno, diseño inteligente y bajo coste. Lo mismo ha conseguido Apple con sus ordenadores MacBook pues no sólo ofrece un hardware de una calidad garantizada sino que también incluye un buen diseño y un sistema operativo que no se puede conseguir en otra empresa de la competencia. O incluso Skype es un buen ejemplo, ya que no sólo es una alternativa a las llamadas tradicionales sino que está asociado a chat, transferencia de archivos o llamadas al extranjero.
Una estrategia más cercana a nuestra realidad es la que siguió Mercadona hace unos meses y que ya os comentó Remo. No deja de ser una forma de innovación y darle significado a nuestra empresa. Ahora todos sabemos que en Mercadona no vamos a encontrar 45 marcas distintas de un mismo producto pero sí encontraremos un precio decente o, por lo menos, razonable.
Y lo fundamental de esta idea es que los consumidores no ven igual a una persona que lleva un MacBook o lleva un PC, al igual que no es lo mismo una persona que conduce un descapotable a otra que conduce un coche familiar, aunque el precio sea el mismo. Incluso no se piensa lo mismo de una persona que compra en Mercadona de otra que compra en Día o a través de Internet. Por eso, en tiempos difíciles a veces es más importante diseñar para innovar que diseñar para reducir costes.
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