Los tres aspectos fundamentales para la correcta dirección empresarial (I): los objetivos

Los tres aspectos fundamentales para la correcta dirección empresarial (I): los objetivos
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Hemos hablado en muchas ocasiones sobre la necesidad y la importancia de una buena gestión empresarial. Ninguna empresa puede sostenerse en el tiempo sólo por la incercia de una buena idea o de un producto revolucionario o de gran aceptación en su mercado y con un gran volumen de ventas.

Porque esa inercia se acaba en el momento en, que desde la dirección de la empresa, no se aplican correctamente los recursos que tiene o genera la empresa, en el momento en que aparece un producto de la competencia que puede hacer que nuestras ventas caigan o, simplemente, en el momento en que el mercado se agota. Por eso es importante para una correcta dirección empresarial, trabajar en tres aspectos fundamentales y el primero de ellos son los objetivos.

El primer ejercicio que debe hacer la dirección empresarial es fijar los objetivos, todo es mucho más fácil si sabemos a dónde queremos llegar. Toda la empresa debe funcionar para seguir un camino que nos lleve a uno o varios destinos, por lo que parece lógico que primero definamos cuál o cuales son esos destinos a alcanzar.

Eso sí, fijar o definir los objetivos implica concrección. Si yo quiero ir de viaje y necesito saber a dónde me dirijo. No puedo decir, "me voy a Francia", muy bien, a Francia, pero a Francia ¿a dónde? La definición de los objetivos debe ser loa más específica posible, hay que tener en cuenta que el resto de aspectos en los que interviene la dirección empresarial van a basarse en esos objetivos por lo que cuanto más claros y específicos sean los objetivos a lograr, más sencillas serán las siguiente tareas a realizar.

Los objetivos empresariales no son exclusivamente económicos por lo que la dirección empresarial no sólo debe fijarse en vender mucho, aumentar márgenes comerciales o conseguir inversión o financiación. Puede haber objetivos técnicos, diseñar un detarminado producto, o mejorar uno ya existente; objetivos estratégicos, buscar alianzas o internacionalizarse; o, incluso, en las relaciones personales, crear un determinado equipo, un sistema de trabajo más productivo o una mejores condiciones laborales.

Otro aspecto importante es que los objetivos, bajo un punto de vista objetivo, deben ser alcanzables. Para ello, lo más conveniente es tener en cuenta las posibilidades de realización, los recursos con los que contamos y, sobre todo si esos objetivos son demasiado ambiciosos, hacerlos escalables. Para alcanzar un objetivo final conviene fijar una estrategia de objetivos intermedios, fases que se irán completando hasta llegar al destino deseado.

Los objetivos son revisables, el día a día de la empresa, un cambio en nuestro mercado, cualquier hecho inesperado, pueden provocar un cambio en nuestros objetivos. Si hemos puesto la maquinaria y los recursos de la empresa a trabajar para llegar a un destino, debemos dejar margen a los cambios, pero teniendo en cuenta que las variaciones deben ejercer el menor impacto posible sobre la organización. Si estamos en Madrid y tenemos previsto irnos de vacaciones Alicante, pero a mitad de camino nos anuncian que se prevé que esos días haga mal tiempo allí, no tiene sentido que cambiemos nuestro destino y de Alicante nos vayamos a Lisboa.

Los objetivos van a determinar las estrategias, los recursos y los procesos que la empresa va a poner en marcha para alcanzar esos fines. Es el punto de partida para el resto de tareas de la dirección empresarial, hagamos pues un esfuerzo para definirlos facilitará el resto de tareas a realizar para una buena dirección empresarial.

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