Haz el Willy Wonka

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Supongo que muchos de vosotros conocéis al personaje, literario y cinematográfico, de Willy Wonka (y su fabrica de chocolate). Para los que no, contaros que este personaje fantástico realiza un sorteo entre los niños consumidores de su producto para visitar su fabrica. Pues bien, y como experiencia cercana, creo de lo más recomendable el que, periódicamente, el empresario ejerza de Willy Wonka. Antes de explicados mis razones, permitidme una anécdota en dicho sentido.

En Applesfera hace poco nos comentaban que el propio Jobs intento emular a Wonka con motivo de la venta del primer millón de unidades del iMac. Desafortunadamente, por limitaciones legales tuvo que abandonar la idea que ponía de los nervios, por motivos que desconozco, al resto de su equipo. Sin embargo, creo que hay mucho de aprovechable en este tipo de estrategia, y he visto a más de una pyme llevarlo a cabo en la medida de sus posibilidades.

Me refiero a las invitaciones a proveedores y clientes para conocer las instalaciones de la empresa y convivir durante un día con el equipo directivo de la empresa. Es algo más frecuente cuando hablamos de proveedores o clientes de empresa, pero bastante inusual si hablamos de clientes particulares. Para los primeros funciona la invitación directa, mientras que para los segundos, el enfoque sorteo o similar es mucho más adecuado.

La idea es que contemplen nuestra empresa más allá de ser un mero cliente o proveedor suyo, de que se impliquen en nuestro proyecto. Y para ello nada mejor que ver lo que hacemos (especialmente si hay procesos industriales) y acabar con una comida de confraternización en un restaurante cercano o en el propio comedor de la empresa (el concepto txoko, del País Vasco, funciona también muy bien), y un pequeño kit de obsequios, artículos de promoción, etc. Buscamos que nos nos conozcan de verdad, que valoren lo que hacemos, y establecer vínculos personales que refuercen los lazos de negocio.

Soy consciente de que hay pegas relacionadas con la confidencialidad, con posibles fugas de información que debiliten nuestra capacidad negociadora, por ejemplo. Pero si una empresa tan celosa de sus intimidades como Apple se lo planteaba, no veo que una pyme española guarde en sus oficinas o plantas el secreto de la piedra filosofal. Y si es así, basta con preparar la visita aislando dicha información del acceso a nuestros invitados.

PD: no, no hace falta vestir a los empleados de oompa loompas.

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