Cumplir con la distancia social, el reto de los bares en España

Cumplir con la distancia social, el reto de los bares en España
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Las prisas no son buenas. No tener ingresos es malo. Hay un virus que todavía no está controlado y todavía no se han interiorizado las nuevas normas sociales de comportamiento. No se trata de fastidiar, sino de proteger y protegernos. Salud, dinero. La primera es lo más importante, pero si estás padeciendo un ERTE o peor aún, te has quedado sin trabajo, las dos se convierten en fundamentales. Mascarillas obligatorias, manos desinfectadas y distancia social, tampoco parece tan difícil.

Algunos valientes han decidido abrir sus cafeterías o bares, y se vuelve imprescindible cumplir con las normas. Abrir con un número mayor de personas que pueden sentarse en una mesa, y sobre todo, no respetar la distancia social, forma parte de los 'errores' de algunos dueños de bares. Es lógico que nos cueste convertir en costumbre algo nuevo, pero el precio a pagar si no se cumplen es alto, y en el ámbito empresarial, al dueño de ese negocio le puede perjudicar, después de tantos meses cerrado.

La realidad es que, al menos durante un largo periodo de tiempo, pocas situaciones serán tal y como las conocíamos. Es el momento de preparar el terreno para adentrarse en lo que ya se ha anunciado como la nueva normalidad. Los empresarios lo están intentando, con poco tiempo de preparación, pero también es responsabilidad de los clientes, no perjudicar. En realidad de las dos partes.

La Policía Local ya se ha encargado de sancionar a varios bares, y clausurar veladores, a los que ya había advertido y visitado para informar a los responsables de los locales de sus licencias de las mesas permitidas y aforos máximos, así como las separaciones establecida para mantener las distancias entre los clientes en las terrazas obligatoria de dos metros entre mesas y personas.

Los incumplimientos pueden conllevar a los responsables la revocación automática de la autorización, que tendrá efectos inmediatos, y se enfrentan a sanciones que van de los 601 a los 30.000€, por desobediencia e incumplir las medidas del Gobierno reguladas en la Ley de Seguridad Ciudadana.

¿De veras merece la pena perder la licencia y la posibilidad de trabajar por ganar unos cuantos clientes? No, por ello, son más los propietarios que instalan terrazas pero aseguran trabajar desde la improvisación sin acumular mucho género por el temor a retroceder. A eso se le llama sentido común.

Los dueños de locales de ocio no pueden permitirse fallar ni que sus locales se desborden, porque es su responsabilidad. Resulta alentador comprobar cómo en algunas terrazas los dueños están concienciados y reconocen que un paso atrás puede significar algo negativo no sólo para la parte económica que les atañe sino para la salud.

Los camareros tienen un papel estresante: servir con protección hacia el cliente y evitar que se produzcan aglomeraciones. ¿Cómo evitar que dos clientes se besen al llegar? Parece una pregunta un tanto ridícula si la hubiéramos planteado el año pasado, pero hoy día hay que seguir un protocolo.

Y España no es un país que se caracterice por mantener las distancias sociales. Es lógico que las personas que han levantado las persianas, anden preocupadas por las sanciones, por hacer todo de manera correcta y esperar (sobre todo) que sus clientes sean responsables para así, poco a poco, retomar la tan ansiada normalidad, aunque sea nueva.

Imagen de Pexels en Pixabay

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