Es evidente que el motor del crecimiento de la economía española son las micropymes y empresas de tamaño medio, que constituyen en nuestro país un porcentaje cercano al 94% y generan el 63% del empleo. Las pymes y micropymes son un elemento esencial del tejido productivo español, tanto para la generación de riqueza como de empleo.
Sin embargo, la dimensión de la empresa española nos sitúa en una situación de clara desventaja para competir en los mercados internacionales; tan solo el 0,7% de las empresas españolas tienen un tamaño medio (entre 50 y 249 trabajadores), frente al 2,6% de Alemania, el país con menos micropymes (83%) de toda Europa. En este sentido, el tamaño importa, y mucho.
La productividad es consecuencia del tamaño de la empresa. El poder acceder a economías de escala, que permite reducir costes de producción es un terreno exclusivo para medianas y grandes empresas, y prácticamente vetado para micropymes y empresas unilocalizadas. Según un informe del Círculo de empresarios, las medianas empresas son 1,7 veces más productivas que las pequeñas empresas, mientras que las grandes son hasta dos veces más.
Además, esta productividad redunda en una mayor competitividad de las empresas. A pesar de la devaluación salarial que hemos vivido durante estos años de crisis, existen serias dudas acerca de si las pymes tendrán capacidad suficiente para defender la posición ganada durante estos últimos años.
Por último, la escasa dimensión empresarial dificulta el acceso al crédito, uno de los grandes lastres de España de los que ya hemos hablado en este medio. Pero quizá lo peor sea conseguirlo, ya que el coste de financiación de las pequeñas empresas es hasta 77 veces más por un crédito que las empresas alemanas.
En definitiva, la dimensión empresarial en España es un problema para garantizar la competitividad del país, ganada con mucho esfuerzo tanto de empresas como de ciudadanos.
Imagen | geralt
En Pymes y Autónomos |
Imagen | Daquella manera