No hay nada que pueda dar peor imagen a nuestro negocio que no dar servicio, y es que siempre he sido de la opinión de que un fallo, un error, o una incidencia con nuestros productos pueden suceder, pero lo que no puede suceder es la ausencia, la falta de servicio o la lentitud de este. El cliente podrá entender un fallo por grande que este sea, pero el cliente no podrá entender que no le tratemos adecuadamente o que lo hagamos lentamente.
Y para que lo dicho anteriormente sea cierto y apliquemos los máximos niveles de calidad en el servicio a nuestros clientes, hemos de marcarnos unos protocolos, unas pautas, y unos pasos muy claros a seguir en el trato con nuestros clientes, y uno de estos pasos ineludibles, es dar respuesta al cliente siempre, ante cualquier comunicación y en cualquier circunstancia en un plazo máximo de 48h laborables.
Pudiera parecer que esto que comento solamente es apto y apropiado, adecuado para empresas de gran tamaño, craso error pues para nada es así. Bien seamos una empresa de un considerable tamaño, una pequeña empresa o un autónomo cuyo teléfono móvil y su ordenador portátil sean básicamente sus dos únicas herramientas e infraestructura, nuestra obligación con los clientes es la misma.
Así, será ineludible que establezcamos como nuestra prioridad más absoluta el poder dar respuesta al cliente en el plazo máximo mencionado, ¿y eso significa que inexcusablemente hemos de solucionar el problema o la cuestión que nos plantee el cliente en ese periodo de tiempo? Por supuesto lo ideal sería eso, pero más que resolver o dar solución al tema en cuestión y poderle dar carpetazo, más importante será que el cliente sepa de nosotros, que estamos ahí, informándole, trabajando sobre lo que nos ha planteado, igual no podremos resolverlo en 48h, pero seguro que podremos mantener un contacto con él cada 48h como máximo.
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Imagen | Pedro Cambra