Hay gente que tiene una idea de negocio, un proyecto y lucha a brazo partido por sacarlo adelante. Esto que en principio es algo bueno se puede convertir en un grave problema. Porque no todos los negocios tienen que salir adelante a toda costa. Y hay veces que el plan de negocio te escupe a la cara lo que ya sabes, vas a fracasar.
Y es aquí donde algunos se resisten, luchan contra esta realidad. Los números no cuadran, no salen las ventas, la competencia es más fuerte que nosotros o simplemente hay que darle una vuelta para buscar la rentabilidad. Esto es lo complicado, asumir que ahora no es posible. Porque en muchos casos se han dejado muchas horas, una inversión inicial y sobre todo mucha ilusión.
Algunos incluso prefieren falsear la realidad o hacer lo mismo que muchos años hemos visto en los PGE, se calculan unos ingresos muy por encima de lo que se va a obtener y los gastos se moderan. Todo para poner en marcha el negocio. Pero luego el problema es que en el primer mes ya vemos que no se han cumplido las previsiones, tampoco el segundo y seguramente el tercero.
Y no es que haya una mínima desviación que se pueda corregir. No, como hemos hinchado los ingresos para que el negocio sobre el papel fuera viable, estamos generando una deuda que en pocos meses nos lleva a cerrar. Pero además a dejar un reguero de impagados, a granjearnos una reputación que nos costará levantar si queremos volver a emprender un nuevo negocio.
Porque superar el fracaso implica sacar conclusiones, aprender de los errores cometidos. Y por lo general si se ha optado por hacernos trampas al solitario, también se tiende a culpabilizar a los demás de nuestro fracaso. A los clientes que no han sabido valorar nuestros productos o servicio, a nuestros comerciales que no supieron venderlo, a todos menos a nosotros.
A veces simplemente es una cuestión de error de cálculo. Aquí si que podemos intentar sacar conclusiones, ver en qué hemos fallado e intentar aprender para la próxima vez. El fracaso no es el fin del camino, es el inicio para muchos de un nuevo emprendimiento. Pero para eso hay que saber parar a tiempo y no quemar todo nuestros recursos en el primer intento.
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Imagen | Ryan McGuire