Un equipo logra un triunfo decisivo para la empresa. Y aquí llega la tentación para el jefe: atribuirse todo el mérito y los parabienes que lleguen. Sin embargo, un buen líder es, precisamente, al que no le duele en prendas reconocer a sus colaboradores, poner el foco del ‘éxito’ sobre quienes han sido los verdaderos artífices. Es, por tanto, la generosidad uno de esos rasgos distintivos.
Pero, realmente, ¿en qué situaciones puede un jefe ser generoso con su equipo? No sólo en la que encabeza este artículo, sino en otras tantas:
Pensar en la carrera de los trabajadores. Liderar un equipo motivado acabará teniendo resultados para uno mismo. Y para ello no hay que pensar en la carrera propia, sino en la de los colaboradores. Crear un ambiente positivo de trabajo como inicio, para luego hacer que ese equipo se sienta cómodo, valorado, realizado profesionalmente...
Reconocer el mérito. En la presentación de un proyecto, en el balance de un periodo de tiempo en la empresa. El buen resultado de un equipo tiene implícito el mérito del que lo lidera, pero precisamente por esa razón, lo mejor es ser generoso y dar el protagonismo a quien lo logró.
Actuar sin miedo a perder protagonismo. Un mal jefe acaba viendo en un brillante equipo una amenaza para él o para su protagonismo. Nada más lejos de la realidad. Ese no debería ser nunca el baremo de actuación en el día a día.
Retribuciones. Es una tentación: pensar exclusivamente en el salario propio, antes que mantener bien pagado (y motivado) al equipo. De hecho, las cifras hablan por sí solas: la ratio salarial de los consejeros delegados (CEO) y los trabajadores en Estados Unidos a finales del año pasado era de 350 a 1. Ser generoso con la contraprestación económica y evitar diferencias injustificables asegurará, con toda seguridad, buenos resultados.
¿Son estos los únicos aspectos en los que el líder de un equipo debería ser generoso? ¿Cuáles incluirías en esta pequeña lista?
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