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Más evasión, menos recaudación: esto es lo que el Estado deja de ingresar por la corrupción

Más evasión, menos recaudación: esto es lo que el Estado deja de ingresar por la corrupción
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Desde hace mucho tiempo, la corrupción constituye una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos españoles, según el CIS, el mayor estudio sociológico de nuestro país. Nos escandalizamos cuando escuchamos que ha tenido lugar una nueva operación policial en la lucha contra la corrupción, y nuestra indignación va en aumento cuando, en algunos casos, los supuestos cabecillas de muchas tramas se van de rositas.

La corrupción tiene numerosos costes en términos económicos, unos que no son perceptibles por los ciudadanos y otros que sí lo son. Entre los primeros, se encuentran todas aquellas empresas que se destruyen y todos aquellos negocios que no se constituyen por la inseguridad jurídica que genera, mientras que los segundos, más directos, son los gastos que al estado le acarrea y los ingresos que deja de recaudar. Pero, ¿cuánto nos cuesta la corrupción? Algunos estudios han querido cuantificar la corrupción, y estos son los números.

¿Cuánto dejamos de ingresar por culpa de la corrupción?

Según un estudio de la Comisión Europea, España dejó de ingresar 6.214 millones de euros solo en concepto de IVA en 2014 por culpa de la evasión fiscal, la quiebra de empresas o errores estadísticos y actividades fraudulentas. Esta cuantía se cifra en el 8,88% de lo que el Estado debería haber recaudado, aunque se redujo un 3,28% con respecto al año anterior.

Se han realizado estudios similares en relación con el resto de figuras impositivas del sistema fiscal español, y no existe prácticamente ningún impuesto que se haya librado de la corrupción. Por ejemplo, en el caso del IRPF, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) estimó el fraude de en torno a 20.000 millones de euros (un 1,7% del PIB español), y estudios similares cifran la pérdida de recaudación del Impuesto de Sociedades en cifras que rondan los 10.000 millones de euros anuales.

La factura total de lo que deja de ingresar el Estado al año se puede situar entre el 3,5% y el 4% del PIB, en torno a 40.000 millones de euros. Para poner estos números en perspectiva, si el erario público lograse recaudar la totalidad de todo lo que, por culpa de las diversas formas de corrupción, dejamos de ingresar al año, se podría financiar un tercio del total de las pensiones, la totalidad de las prestaciones por desempleo (y aún sobraría casi la mitad) e, incluso, se podrían pagar todos los gastos por intereses de la deuda pendientes del año en curso y todavía quedaría para pagar dotar a la Administración de sistemas de facturación que permitiesen reducir el período de pago a proveedores.

Pero, ¿cuál es el coste que no se ve?

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Evidentemente, todos nos fijamos en lo que el Estado deja de ingresar por culpa de la corrupción. Sin embargo, hay costes ocultos que no siempre tenemos en cuenta: pérdida de inversiones, menor atractivo para la entrada de capitales y nuevas empresas, empeoramiento de la imagen de España en el exterior e, incluso, un desánimo e impotencia generalizado por parte de la población son algunas de las consecuencias derivadas del elevado nivel de corrupción de un país.

En total, según constatan las universidades y la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia, la corrupción tiene un coste que se cifra en unos 87.000 millones de euros anuales, teniendo en cuenta todos los aspectos con un coste medio de unos 500 euros por cada español.

Más de la mitad de esta cantidad, unos 47.000 millones de euros, se corresponden con los sobrecostes en la Administración del Estado, especialmente debidos a las deficiencias en el control de las contrataciones públicas. Los otros 40.000 millones se corresponden con su coste social, una cuantía que, según un estudio de la Universidad de Las Palmas, se obtiene a través de un método de estimación que representa su impacto sobre la calidad de vida de los ciudadanos.

¿Y cómo me afecta a mi, que tengo una pequeña empresa?

Como consecuencia de este enorme sobrecoste, son los ciudadanos de a pie quienes pagan cara la corrupción. Solo en la primera parte de la última legislatura, se produjeron casi 40 subidas de impuestos, que redujeron la renta disponible de los hogares y la tesorería en muchas empresas, acentuando aún más la crisis económica. Además, estas decisiones conducen a un círculo vicioso conforme al cual cuanto más aumenten la presión fiscal sobre familias y empresas, mayor será la economía sumergida que se generará.

En las últimas elecciones, la mayoría de partidos políticos han llevado a sus programas electorales la lucha contra la corrupción. Ahora bien, la mujer del César no tiene solo que serlo sino también parecerlo. Según el último Índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por la Organización para la Transparencia, España se mantiene en un nivel similar al de 2008, haciendo que los esfuerzos de mucha gente hayan sido inútiles para que los ciudadanos piensen que otro país mejor es posible. ¿Conseguiremos estar mejor en el futuro?

Imagen | Alexas_Fotos

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