La crisis ha dejado una tremenda sangría en lo que a destrucción de empresas se refiere. Si allá por 2008, había inscritas casi millón y medio de empresas, el pasado Diciembre el número se había reducido a tan solo 1.158.338, dato que pone de manifiesto los tremendos esfuerzos que han tenido que realizar las empresas durante todo este período.
Sin embargo, parece que la situación se está revirtiendo o, al menos, eso es lo que nos hacen pensar los datos. En 2013, la liquidación de negocios fue de 13.506, o lo que es lo mismo, un 1,2% anual, el porcentaje más bajo desde que se iniciara la crisis allá por el año 2008. Según la CEOE, esta cifra representa un dato esperanzador que hace pensar que estemos ante un cambio de tendencia.
Los problemas económicos y financieros se han cebado con las pymes y, en especial, con aquellas que tienen menos de nueve trabajadores, que en este período recortaron 184.044 puestos de trabajo frente a los 56.302 que redujeron las de entre 10 y 49 trabajadores, los 6.680 que ajustaron las empresas entre 50 y 249 empleados y los 574 de las empresas con más de 250 trabajadores.
Sin embargo, aunque se trata de una noticia esperanzadora, no deberíamos lanzar las campanas al vuelo todavía, puesto que mientras se sigan destruyendo empresas en términos netos no podremos hablar de recuperación como tal.
La coyuntura actual se sigue caracterizando por los mismos problemas que existían al comienzo de la crisis: falta de solvencia empresarial que dificulta el acceso al crédito, costes laborales unitarios que han moderado su caída, los costes de energía más altos de toda Europa, así como un excesivo esfuerzo fiscal. Mientras no se solucionen estos problemas, no veremos una recuperación de facto y, aunque se están dando pasos en la buena dirección, de momento son muy pequeños y queda mucho camino por recorrer.
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