Si trabajo para ti quiero que me pagues a tiempo. Esta frase es de sentido común. Un empleado realiza sus tareas y espera que a final de mes su nómina esté ingresada el día acordado. Sin embargo en las empresas, especialmente en las más pequeñas no se puede dar por hecho tal cuestión. Son las grandes organizaciones y las administraciones públicas las que más tardan en pagar y lejos de ser reducir los retrasos, éstos van aumentando.
Según datos publicados por la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad son las empresas del IBEX 35 las que peor pagan sus facturas con una demora de 169 días, casi el triple de lo permitido por ley, que está en 60 días. Y lo que es peor, por primera vez desde el fin de la crisis financiera aumentan.
Por eso esta Plataforma reclama la implantación de un régimen sancionador, para que esa cifra de 60 días marcada por la ley pueda ser algo más que papel mojado. Se trata de multar a aquellas empresas que por norma incumplen los plazos. ¿También a las administraciones públicas? Al fin y al cabo en ambos casos lo que hacen es financiarse a coste cero gracias a los más pequeños.
Y eso en el mejor de los casos, ya que en muchas compañías el director financiero decide que en lugar de pagar a proveedores y pymes que han ejecutado trabajos para ellos es más rentable realizar una inversión a corto plazo, que si sale bien les hace quedar muy bien en los balances anuales de las grandes empresas. Qué más da si los más pequeños tienen que esperar o no.
Y lo peor de todo es que estas grandes compañías gastan millones en sus políticas corporativas, en su imagen, en la responsabilidad social de las empresas, etc. En definitiva en parecer honestas y respetables para la opinión pública. Y la realidad es que mientas aquellas pymes están aprentándose el cinturón o el autónomo hace encajes de bolillos para cuadrar cuentas ellos miran satisfechos sus balances económicos.
Igual que existen sellos de empresas confiables para la venta electrónica, socialmente responsables, etc. no estaría de más que se pusiera en valor el sello de empresa que paga puntualmente. Estamos tan acostumbrados a que nos paguen tarde, mal y nunca que casi nos conformamos con que no nos discutan las facturas que hemos emitido.
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