El incendio del todo o nada

El incendio del todo o nada
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Las noticias de la televisión mostraban un inmenso incendio producido por un cóctel molotov lanzado contra el escaparate de una pequeña tienda. La escena se reflejaba en las gafas de la anciana que lo observaba, aunque su atención parecía retenida por las sombras de algún recuerdo. Junto a ella, su hijo también que veía cómo los restos ardían violentamente despertando en él una pregunta: “Si pudieras… ¿qué salvarías de un incendio? Debe ser complicado”

Ella no respondió rápidamente, aunque aquellas palabras atrajeron la mirada hacia su hijo, que ya estaba hecho todo un hombre aunque continuara haciendo esas preguntas tan básicas, que todos nos hacemos en un momento determinado. “Hijo, yo ya tuve que responder a esa pregunta hace muchos años”

La respuesta pareció sorprender a su vástago aunque ella ya le había contado hace mucho tiempo que, antes de que él naciera, se había enfrentado al incendió del negocio que regentaba junto a su marido.

El fuego no tiene corazón

“Estábamos en la barra atendiendo a un cliente cuando olimos a quemado en el almacén. Tu padre siempre fue muy tranquilo y evitó que fuera a mirar hasta que terminamos de servir para no alarmar a la clientela, aunque ciertamente aligeró el tramite. Cuando entramos, vimos cómo el humo salía por debajo de la puerta y nos temimos lo peor.

Dentro, el fuego parecía incontrolable y yo llamé a los bomberos, por supuesto. Al parecer, algún cable había hecho contacto y produjo unas chispas que incendiaron el material inflamable que teníamos. Tiramos algo de agua, pero resultaba imposible así que mientras esperábamos ayuda, nos vimos en la tesitura que decías… teníamos que elegir lo que salvábamos de aquel negocio, que era nuestra vida.

Lo primero que cogimos fue el dinero de la caja, que no era mucho a esas horas de la mañana. Luego nos quedamos paralizados sin saber por dónde empezar.

El fuego se extendía poco a poco y lo primero que se nos ocurría salvar era lo que estaba a punto de arder, pero entonces nos dimos cuenta de que por mucho que arrinconáramos las cosas, terminarían ardiendo ante la tardanza de los bomberos.

Tu padre no perdió la calma y fue bastante razonable a la hora de priorizar, comenzando por los libros contables que contenían la relación de deudores, para no perder los registros. Esto le llevó hasta el archivador, pero estaba tan lleno que no podríamos sacarlo sin más. El fuego ya quemaba por múltiples frentes a nuestro alrededor y los intentos para detener su avance no parecían tener efecto.

Yo intenté mantener la calma también y actuar con cabeza, así que decidí salvar los objetos de más valor económico, que desgraciadamente resultaron ser también los más grandes y pesados, por lo que en un momento de lucidez pensé que tenía que sacar de allí lo de más valía sentimental.

Estuvimos un rato cogiendo y soltando cosas y ya sudábamos a causa del calor y tosíamos por el humo tóxico. Entonces fue la única vez que vi a tu padre totalmente paralizado e impotente. Todo iba a arder… y quizás no podría salvar nada.

Algo me dice que si no llego a empujarle hacia la puerta, se abría quedado allí, pensando cómo salvar el negocio que nos lo había dado todo. Opuso resistencia, pero finalmente logramos salir los dos para observar cómo el fuego iba creciendo y tintando las paredes… desde el rojo de la llama hasta el blanco de la ceniza, pasando por el negro del quemado. Los bomberos tampoco pudieron salvar nada importante.”

No salvar nada o salvarlo todo

En este momento del relato, el hijo pareció comprender que aquella historia, que siempre escuchó de forma anecdótica, fue un golpe muy duro para ellos. No pudieron salvar nada, por lo que debieron luchar contra una gran adversidad. Pero ante este razonamiento su madre mostró su discrepancia.

“Tu padre también pensó que no habíamos salvado nada, solo unas cuantas pesetas de la época. Se abrumó por la desgracia al igual que yo, pero pese a ser tan tranquilo y racional parecía que no había tenido la iluminación que me sorprendió entre las llamas… lo único que realmente importaba era salvarnos a nosotros mismos.

Me costó que lo entendiera, pero en aquel momento estuvimos a punto de perderlo todo por salvar el negocio del fuego que lo consumía. Y pudimos volver a levantarnos… tuvimos la oportunidad de seguir luchando. Mantuvimos la vida y con algo de tiempo recuperamos las fuerzas. Si me preguntas, eso es lo que creo que nunca debes dejar arder en un incendio.”

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Imagen | Daveybot

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