Si partimos del mejor ejemplo que somos nosotros, ¿no nos sentimos mejor cuando cambiamos el corte de pelo, alguna prenda de ropa, o simplemente adoptamos un nuevo estilo? Son pequeños detalles, en los que apenas hay que invertir dinero pero nos hacen sentir más seguros, mejor.
A las empresas les sucede lo mismo. Unas veces les sale bien y otras causan estupor entre sus clientes que adoraban ese "corte de pelo" es decir, lo de siempre. Esas serán las excepciones, nos vamos a quedar con algunos cambios por los que algunas marcas apostaron y fue para bien.
Un ejemplo sería All-Bran de Kellog's de la multinacional estadounidense Kellog's. Su logotipo debía mostrar el cambio que la empresa había dado en sus campañas de marketing: una apuesta por distintas opciones nutritivas, donde lo sano y lo natural ganaba protagonismo.
¿El resultado? Fulminar un logotipo minimalista pero que no decía nada entre las estanterías de los supermercados, por uno del mismo estilo donde hubiera un elemento propio de la naturaleza, una brizna de trigo. O lo que es lo mismo: una coherencia entre lo que se vende y lo que se ve en el envase.
En una tienda pequeña sucede lo mismo. No hay más que pasear por una zona donde existan varios comercios. Algunos es como si hubieran tirado la toalla, como cuando nos levantamos deprimidos y nos apetecería ir en chándal todo el día de la cama al sofá y viceversa.
Ni una capa de pintura parece necesaria. No hablo de invertir grandes sumas de dinero, sino de mantener un aspecto saludable, una imagen que invite al cliente a entrar y lo más importante, a quedarse.
A veces no se trata de elaborar estrategias de marketing a lo grande, sino de utilizar el sentido común. ¿Qué buscan nuestros clientes? ¿Sentirse como cuando están deprimidos y ver el caos en nuestro local, o les ofrecemos un espacio limpio, ordenado, incluso original donde se sientan cómodos mientras realizan sus compras?
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Imagen|Juan Andrés López