Como cada año, el Banco Mundial ha publicado un nuevo informe Doing Business, en el que proporciona una medición objetiva de las regulaciones para hacer negocios y su aplicación en 190 economías a lo largo de todo el mundo. Y, otro año más, España queda mal parada en este particular ranking internacional.
En concreto, España se sitúa en el puesto número 30 de esta clasificación con una puntuación de 77,9, tan solo dos décimas por encima del nivel alcanzado el año pasado. Esta puntuación está muy por debajo de Nueva Zelanda, Singapur, Hong Kong o Dinamarca, los países donde más fácil es hacer negocios de todo el mundo, y al mismo nivel que otras economías como Turquía, Azerbaiyán, Ruanda o China.
A nivel europeo, nuestro país se encuentra aproximadamente en la media. Nos adelantan hasta 13 países de nuestro entorno comunitario como Alemania, Reino Unido, Noruega, Suecia, Letonia, Austria, Macedonia del Norte o Finlandia aunque, siendo justos, también es cierto que estamos al mismo nivel que Francia o Suiza, y por encima de Portugal, Bélgica, Grecia o Rumanía.
Los aspectos más problemáticos
En el informe se tienen en cuenta diversos parámetros como la facilidad para abrir un negocio, el cumplimiento de los contratos, la protección de los inversores minoritarios o la obtención de crédito, entre muchos otros. Y aunque hay algunos aspectos de los que podemos presumir, lo cierto es que hay otros en los que no deberíamos sentirnos nada orgullosos.
Este es el caso de la facilidad para abrir un negocio, un parámetro en el que el Banco Mundial nos sitúa en el puesto número 97 de la lista. Tampoco podemos presumir de ser un país puntero en obtención de crédito (puesto 80 de la lista), o en manejo de permisos de construcción (en el puesto número 79).
Ahora bien, podemos sentirnos orgullosos de ser el país que mejor gestiona el comercio transfronterizo, aspecto en el que el Banco Mundial nos da la mejor puntuación (un 100). Pero lo peor de todo es que nuestro país no consigue alcanzar un clima empresarial óptimo para las compañías españolas, al menos si atendemos a anteriores informes publicados por el Banco Mundial.