Anglicismos los justos

José María Íñigo, excelente comunicador y autónomo, tiene una sección en el programa No es un día cualquiera de Radio Nacional. Se llama: Hablemos español, leches. Sin adornos. Claro y sencillo. Tanto los anglicismos como los tecnicismos, arruinan la comunicación de una empresa.

Lo que para una minoría es 'cool' para otra, sólo es sinónimo de pedantería. En un país donde muy pocos dominan la lengua de William Shakespeare, abusar de anglicismos, puede conllevar a un rechazo por parte del cliente. No vivimos en una burbuja, y cuando nos dirigimos a un público amplio, hay que pensar qué palabras y términos vamos a emplear, por una razón sencilla: que nos entiendan. Todos.

En muchos sectores existe una jerga. Pero, cuando uno sale de ese espacio, y por ejemplo ha de dar una charla, ha de comprender que si abusa de palabras, que de moda o no, no comprende todo el mundo, su mensaje quedará diluido.

Pongamos un ejemplo, tienes una empresa, te han invitado a una conferencia para futuros emprendedores, tú te dedicas al mundo de la publicidad, el marketing (por ejemplo) y comienzas a salpicar tus párrafos con términos en inglés. ¿Economía lingüística o falta de empatía con el público?

Si tu objetivo es que te recuerden, que piensen al terminar la exposición que han aprendido, trata de que te entiendan. Los tecnicismos junto a los anglicismos causan rechazo. A veces, no queda otra opción que utilizar alguno, forman parte de nuestro día a día, pero no olvidemos esta cita de Raissa Kordic:

Se considera de buen gusto el usar palabras de otro idioma, pero es una falacia confundir esta actitud lingüística esnobista con el proceso propio de toda lengua de ser influenciada por otras"

La utilización de términos anglosajones en nuestro lenguaje cotidiano es abusivo y va mucho más allá del proceso natural de transferencia de palabras de diferentes idiomas, de la fusión y la comunión entre diversos léxicos.

Así que, respetando los términos aceptados por la Real Academia de la Lengua, que provienen del inglés, no se trata de hablar de una manera alejada de la realidad, pero tampoco de abusar de palabras en inglés tan sólo por creer o pretender ser mejor.

Si nuestro fin es vender (una idea, un proyecto, nuestro trabajo...) el vehículo, el lenguaje, ha de servirnos para despertar interés, no para que nos miren como si fuéramos extraterrestres. Hablemos español, y cuando sea necesario utilicemos un anglicismo, pero con moderación.

Al igual que hablar mucho no significa comunicar, hablar emitiendo ruido a costa de palabras que no comprendemos, es exactamente lo mismo.

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Imagen|Ernest

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