El problema no es el robot que te despide, es el algoritmo que lo determina

¿Cómo argumentar para intentar revertir la decisión tomada por un algoritmo? Es imposible y el problema no es el robot que te despide, es el algoritmo que lo determina. Es algo que está ocurriendo ya en algunos centros de trabajo. Todo se monitoriza, todo se mide y en función a estos datos objetivos se toman decisiones.

El problema es cómo se desarrolló dicho algoritmo, qué ritmo de trabajo se ha considerado que es el adecuado para los empleados y si además de informáticos, analistas y programadores ha entrado alguien de humanidades a la hora de tener en cuenta cómo se programa dicho algoritmo, que no debe regirse solo por números sino tener en cuenta algunas cuestiones que afectan a nuestra vida.

Apretar una vuelta de tuerca más o menos al empleado pueden suponer millones de beneficio. Y esta decisión no es trivial, ya que determina el ritmo de trabajo que deben llevar como si siempre estuvieran capacitados para dar el máximo de su productividad. Porque este es uno de los grandes problemas que existen en dichos desarrollos, no se toma en cuenta a las personas, se les mide igual que si fueran robots.

Medir la productividad y establecer la media que deben alcanzar los empleados

El ejemplo más claro lo tenemos en Amazon, donde los trabajadores son despedidos por no alcanzar la productividad establecida por el algoritmo. Esto en si mismo no es ni bueno ni malo, pero lo interesante es ver cómo se ha fijado cuál debe ser la productividad que debe alcanzar un trabajador.

Si después de realizar formación y alcanzar su techo productivo, pensamos que el mejor de nuestros trabajadores es el que determina la productividad máxima que se puede alcanzar, tendremos un problema. Porque no todos van a llegar a esta media, no todos los días somos igual de productivos y por supuesto, no podemos aguantar ese ritmo de forma constante durante x meses o años en nuestra vida laboral.

Igual que una pequeña gastroenteritis nos puede provocar que durante un par de días no cumplamos con cuota establecida, si tenemos un pequeño resfriado o simplemente algún problema personal que nos hace estar con la cabeza en otro sitio, no seremos capaces de dar el 100% de rendimiento.

Aplicar un algoritmo de este tipo no lo aguanta ni siquiera un robot. Pongamos el ejemplo de un coche, que puede alcanzar los 180 km/h. Si el motor trabaja siempre a esa velocidad la vida útil del mismo será mucho menor. Otro ejemplo sería el ordenador de cualquier negocio que se suele averiar justo cuando más trabajo tiene. Si apretamos a las personas para que su productividad sea máxima siempre, será muy complicado de aguantar.

Siempre hemos abogado por acabar con el presentismo y medir la productividad para establecer los parámetros de qué trabajadores son mejores. Pero cuidado cómo lo hacemos, si no somos capaces de ver que si un trabajador no puede parar para ir al baño por que no cumple con su cuota del día, entonces tendremos un problema.

Imagen | whirligigtop

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