Las rebajas más atípicas perjudican al pequeño comercio

Las grandes cadenas ya han dado inicio a las rebajas de verano. La necesidad de liquidez y de dar salida al stock acumulado han hecho adelantar unos días la fecha que tradicionalmente se fijaba en el 1 de julio. Y esto es un problema, porque estas rebajas más atípicas perjudican al pequeño comercio.

Los Índices de Comercio al por Menor publicados este viernes por el INE (Instituto Nacional de Estadística) muestran como el volumen de negocio del sector se encontraba en mayo a más de 22 puntos de los registros previos a la pandemia. Mientras tanto el de las grandes cadenas ya estaba a menos de nueve. En peor situación se encontraban las pequeñas cadenas y las grandes superficies, con más de treinta puntos por recuperar todavía, mientras los comercios independientes mantenían una diferencia de 19.

Y justo ahora cuando les hace falta vender para recuperarse tienen que poner productos en rebajas para poder competir y perder ese margen tan necesario especialmente para los más pequeños, que son los que tienen menos capacidad financiera para aguantar esta crisis. Y eso que abogaron por el mantenimiento de las rebajas, sobre todo como una forma de defensa ante los descuentos constantes desde Internet.

¿Cómo reacciona el consumidor? Pues lo cierto es que una parte de la población ha mantenido su capacidad adquisitiva, incluso con los meses de confinamiento han logrado mejorar su ahorro y ahora tienen compras pendientes por realizar. Por el contrario aquellos que se han visto afectados por los ERTES buscarán en las rebajas satisfacer sus necesidades, sobre todo de productos básicos.

¿Cuál es el problema? Pues el principal inconveniente en el pequeño comercio es la necesidad de liquidar el stock, darle salida para ganar liquidez, pero también para poder comprar productos para la temporada de otoño-invierno. Y de esta manera se entra en un círculo vicioso en el que no se vende porque no se hacen rebajas y si se hacen rebajas el beneficio disminuye mucho más de lo que se pueden permitir.

Por último hay que añadir las peticiones de las grandes superficies y cadenas para poder abrir más domingos y festivos, algo que al pequeño comercio le perjudica mucho, ya que no tiene posibilidad de abrir o contratar gente, ahora menos que nunca, para ampliar los horarios de sus negocios. En muchos casos abrir los domingos significa estar trabajando sin descanso durante todo el verano y es algo difícilmente asumible por los más pequeños, incluso en estos momentos de crisis.

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