La delgada línea entre las alabanzas al teletrabajo y su idealización

Fotografías de tipos sentados en una hamaca de una paradisíaca playa junto a su portátil, artículos de profesionales que sólo hablan de las magníficas bondades de no tener oficina física fija... Son los ingredientes perfectos para una idealización que no se corresponde con la realidad. El teletrabajo no es tan maravilloso como algunos pretenden mostrarlo. Libertad de horarios, flexibilidad, deslocalización geográfica son ventajas enormes, pero también hay otra historia paralela que algunos se olvidan de contar.

Hace un par de semanas la web Business Insider publicó un artículo bajo el título ‘People who work in paradise’ (‘Personas que trabajan en el paraíso’) y contaba algunos casos de empresas o profesionales (entre ellos un ingeniero ‘estrella’ de Amazon James Hamilton que durante los últimos cuatro años vive a bordo de su barco trabajando de manera remota) que habían trasladado sus ‘oficinas’ a lugares muy atractivos. La imagen que encabezaba la información era del propio Hamilton descansando en una piscina.

Alguien ajeno a esta modalidad laboral puede caer en el error de idealizarla sin más. No se debe pensar que la flexibilidad y deslocalización, grandes ventajas que facilitarán una mejor calidad de vida y la tan ansiada conciliación laboral y familiar, acarrearán jornadas mucho más reducidas que las del resto de trabajadores y en las que el relax será uno de los ingredientes fundamentales. Nada más lejos de la realidad.

Las ventajas son innegables y, más allá de casos de grandes empresas que han plegado velas en los últimos meses, puede resultar una fórmula muy interesante para mejorar la calidad de vida del trabajador. Lo hemos defendido en muchas ocasiones en estas líneas. Pero de ahí a trasladar una imagen deformada de esa rutina laboral hay un largo camino que no deberíamos recorrer.

Para no llamar a engaños, no hay que olvidarse de que, salvo honrosas excepciones, la carga de trabajo y los objetivos serán los mismos, con oficina fija o sin ella. Ni tampoco habría que obviar la soledad, el peligro de las distracciones y los ‘agujeros negros’ de tiempo, la ‘construcción’ de una disciplina férrea y una dinámica de trabajo donde los criterios de productividad estén más presentes.

Defender que el teletrabajo es, gracias a la tecnología, una modalidad de trabajo más que interesante para pymes y autónomos no debe llevarnos a idealizarlo. Tiene sus luces y sus sombras. Con toda seguridad, las primeras son mayoría, pero no contar las segundas es trasladar una visión incompleta.

En Pymes y Autónomos | Medidas para que el teletrabajo no sea improductivo, ¿Estamos preparados para el teletrabajo? Imagen | citrixonline

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