Las actividades agrícolas han pasado de desprestigiadas a anheladas

Las personas que procedemos de una zona en la que las actividades agropecuarias mueven la economía local, hemos asistido a un fenómeno cuanto menos curioso en los últimos años. Con anterioridad a la crisis económica, cuando todo el mundo tenía trabajo y se consumía sin vislumbrar en el horizonte que las circunstancias podrían cambiar, las actividades agrícolas comenzaron a tener menos empuje, hasta el punto de que los propietarios de explotaciones agrícolas tenían cada vez más complicado el encontrar mano de obra dispuesta a trabajar con ellos.

Este fenómeno se dio porque la propia época de bonanza que se sustentaba al calor de la burbuja inmobiliaria, llevó a muchos de mis paisanos a querer cambiar de repente el tractor por las corbatas, como si cualquier actividad de 'oficina', por poco valor añadido que generase fuese mejor que la que venía realizando en el campo.

Pues bien, esta situación, además de haber resultado totalmente desacertada, ha llevado a muchos profesionales a asumir un coste de oportunidad tremendo sin darse cuenta, porque aun contando con buena materia prima, un producto reconocido y una estructura de producción y/o recolección consolidada en el tiempo, abandonaron las posibilidades de desarrollo de un sector que la historia nos ha demostrado que resulta anticíclico.

Ahora, con la crisis, muchos de estos profesionales han aprendido la lección y han vuelto a sus orígenes, y es más, algunos no solo han vuelto a lo que fue su actividad de hace unos años, sino que han sabido llevarla a otro nivel, innovando en nuevos productos y canales de distribución, algo que permitirá al sector crecer en el futuro, y aumentar más si cabe su propia sostenibilidad.

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