Comprar, leasing o renting (I)

En el momento de adquirir un nuevo elemento de inmovilizado surge, en muchas ocasiones, esta cuestión. Cuando la empresa se plantea comprar un nuevo vehículo o, por ejemplo, renovar los equipos informáticos o cualquier otro bien y vamos a financiar la operación podemos optar por la compra, el leasing o el renting.

¿Cuál es la mejor opción? ¿Qué ventajas e inconvenientes nos encontramos en cada caso? La compra directa nos supone que el elemento patrimonial en cuestión pasa directamente al inmovilizado de la empresa con el consiguiente aumento del activo de la misma. Por otro lado, la financiación de la operación incrementa el endeudamiento y se refleja en el pasivo. El bien es propiedad de la empresa con la posibilidad de poder venderlo, si lo desea, en cualquier momento. El leasing es un alquiler con opción de compra, esto es, el bien no pasa al activo de la empresa mientras no se ejecute la opción de compra. Si la empresa decide no adquirir, finalmente, el bien, se habrá pagado un alquiler por el uso del mismo durante el periodo pactado. Hay alguna excepción en este punto ya que en el caso de los vehículos adquiridos por este sistema, el bien sí pasa al activo pero se constituye una reserva de dominio en favor de la financiera que no se extingue hasta el pago de la última cuota.

Por último, el renting es un arrendamiento financiero y no hay opción de compra por lo que el bien nunca pertenece a la empresa. Las cuotas del renting suelen ser más elevadas que las del leasing porque se incluye en ella, además del arrendamiento, los gastos de mantenimiento del mismo.

¿Cuándo optar por una opción u otra? Todo va en función del tipo de bien y de las circunstancias de la empresa. Por ejemplo, una empresa de mensajería necesita una nueva furgoneta para el reparto. En este caso, si opta por la compra, el valor de la furgoneta en cuestión incrementa el activo de la empresa y el valor del préstamo el pasivo. A medida que se pagan las cuotas del préstamo, el endeudamiento decrece. De la misma manera el bien se va amortizando contable y fiscalmente por la depreciación que sufre el bien con el paso del tiempo. En cualquier momento, si la empresa lo quiere así, podría vender la furgoneta con el consiguiente beneficio/pérdida.

Si la empresa considera poco interesante la compra o para evitar que figure en el balance el endeudamiento derivado de la adquisición, puede optar por el leasing o el renting. El leasing le da la opción de compra por si, al final del periodo pactado, la empresa desea quedarse con la furgoneta en propiedad. Por otro lado las cuotas del leasing suelen ser más bajas que en el renting ya que todos los gastos derivados del uso (seguro, mantenimiento, reparaciones, etc.) son a cargo de la empresa.

Si la empresa optara por el renting, la furgoneta nunca será de la empresa, se pagará el alquiler correspondiente pero teniendo en cuenta que esa cuota lleva incluidos el resto de gastos y al final del periodo pactado la empresa tendrá que volver a plantearse de nuevo la cuestión. ¿Comprar, leasing o renting?

Debemos de tener en cuenta que estas opciones se barajan siempre que optemos por financiar la adquisición o el uso del elemento en cuestión. Si no necesitamos financiación la composición del balance con respecto al patrimonio no varía.

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