De la superioridad moral en la gestión empresarial

En los últimos años se está imponiendo un cierto estilo en muchos ámbitos de la vida a lo que se le podría denominar como “happy flower”, entre otras muchas definiciones y denominaciones, y ello también ha llegado al entorno empresarial, y concretamente al modo de dirigir las empresas, a la gestión empresarial.

En la actualidad hay una serie de personas, hay una corriente, un estilo que parece querer imponerse (e imponerlo a todos los demás), donde una concepción de empresas y de dirección de empresas verdes, sostenibles, responsables, amables, graciosas, bondadosas, caritativas y no se cuantas cosas más parece ineludible para gestionar una empresa. Y eso está muy bien, el problema es cuando quieren hacer creer que es el único modelo válido, y peor aún, el problema de muchos de estos que defiende estilos tan “sociales”, es creerse con superioridad moral.

Y yo personalmente no creo en ningún ámbito, en ninguno (y por supuesto tampoco en el tema de la dirección de empresas o en la dirección de personal) en esto de la superioridad moral. Y referente a ello personalmente a mí nadie me convencerá de que una empresa por venderse más social es mejor que otra que desempeña un estilo más tradicional, un estilo menos simpático de cara al público y otras cosas por el estilo.

Puedo entender que se diga que las empresas del futuro deben de tender hacia estos conceptos, pero no paso porque me digan que son los únicos conceptos que son válidos y los únicos que triunfan (¡cuando para nada es así!, pues el éxito se encuentra en muchas otras empresas), y mucho menos paso porque me digan que son “los buenos”, los que tienen la razón, los poseedores de la verdad.

Nadie tiene la razón ni la sinrazón, nadie tiene la bondad o la maldad en sus ideas, nadie tiene la verdad o la mentira, y nada es bueno y malo. Todo son tiempos, momentos, lugares, y puntos de vista. Y a mí sinceramente nadie me hará creer que es mejor persona porque hace voluntariado o porque su empresa no corta árboles, pues luego resulta que mientras otro que no lo dice hace por los demás y por su entorno, el que no corta árboles aprovecha su imagen (ellos de escondidas eso sí, que en su entorno no queda bien) para pagarse el billete en primera clase y tener asistentes sin asegurar.

En Pymes y autónomos | La gestión empresarial: instrumentos de gestión a medio y largo plazo
Imagen | Marshall Astor

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