Así quiere mejorar la Seguridad Social su funcionamiento con el uso de robots

La Tesorería General de la Seguridad Social lleva más de dos años utilizando programas de software para tareas repetitivas y procesos estructurados de depuración de datos con la intención de ahorrar tiempo de trabajo a los funcionarios. Gracias al uso de robots con tecnología RPA, que replican el trabajo que haría un empleado en su escritorio, se han ahorrado 43.000 horas de trabajo.

¿En qué tipo de tareas se ha centrado esta nueva tecnología? Pues básicamente en las altas y bajas de autónomos. El robot se encargaba de contrastar si el autónomo que se daba de alta ya lo estaba en Hacienda en dicha fecha. De esta forma se descargan diariamente los movimientos de altas y bajas de trabajadores autónomos y se verifica que en la Agencia Tributaria o en la correspondiente Hacienda Foral, la persona también tiene registrado dicho movimiento.

Desde el pasado 4 de enero, también se usan robots con este software en la gestión relativa a los trabajadores desplazados a la Unión Europea. Concretamente, la actuación realizada por los robots es la remisión a los países de destino de la documentación necesaria que certifica la aplicación de la legislación española y se calcula que el 90% de los trámites podrán ser automatizados.

¿Por qué es importante el uso de estas tecnologías en las administraciones? Básicamente por dos cuestiones, el ahorro de costes en personal, permitiendo que los trabajadores se puedan dedicar a otras tareas de mayor valor añadido y también evitar los errores humanos que están asociados a esta tramitación. Pero no siempre es sencillo de aplicar. No hay más que ver la polémica que ha surgido con la intención de Inspección de Trabajo de utilizar este tipo de tecnología también para sancionar.

Por otro lado tanto la administración electrónica como el uso de estas tecnologías acaban obligar a reconvertir a los empleados a otras funciones. Y esto con un empleado público no es tan fácil. Lo que si está claro es que de esta forma se podrían evitar colapso de la administración que en muchos casos no está preparada para hacer frente a determinados picos de trabajo o dejar de prestar atención presencial como ha ocurrido recientemente.

Y todo este cambio debería hacerse sin perjuicio para los administrados, sean ciudadanos o empresas, donde el cambio de un sistema a otro no debería implicar más obligaciones, más problemas a la hora de realizar altas o bajas, o cualquier otro tipo de información, algo que no siempre ocurre y que cuando pasa muchas veces el administrado se siente huérfano de ayuda. Potenciar estos sistemas, como ha hecho la Agencia Tributaria, es el camino para una administración más eficiente y más barata para el contribuyente.

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