¿El fin del cambio de hora beneficiaría realmente a los autónomos y pequeñas empresas? Y hay otra pregunta en el aire: ¿horario de invierno o de verano?

Javier Ruiz

El Gobierno español ha propuesto a la Comisión Europea eliminar el cambio estacional de hora a partir de 2026, argumentando que ya no aporta ahorro energético y trastorna los ritmos biológicos de la población. Además, según el CIS de 2025, más del 65 % de los españoles estarían de acuerdo en suprimir estos ajustes.

En el mejor de los casos, todavía quedaría por decidir si nos adaptamos todo el año al horario de invierno (como piden los expertos en salud) o al de verano, que es el favorito por la amplia mayoría de españoles.

Para las microempresas, autónomos y negocios de servicios que trabajan a turnos, como la hostelería, el comercio o la logística, la eliminación del cambio podría conllevar tanto oportunidades como retos: mayor estabilidad horaria frente a la necesidad de adaptarse a un nuevo calendario fijo.

Qué plantea el Gobierno

El Ejecutivo, encabezado por Pedro Sánchez, ha anunciado que llevará al próximo Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía de la UE la propuesta de eliminar el ajuste bianual de los relojes, apuntando a una entrada en vigor en 2026.

En este sentido, España sugiere mantener un único horario todo el año, sin decidir aún si será el de invierno o el de verano. Se considera que no existe ahorro energético y que tiene un impacto negativo en la vida y en la salud de las personas.

Entre las ventajas, la supresión del cambio evitaría interrupciones de horario dos veces al año, facilitando la planificación y reduciendo posibles descensos de productividad ligados al ajuste del reloj. Como recoge La Sexta, el cambio podría afectar la productividad y, por ende, los costes laborales.

Así, algunos de sus riesgos para fijar un horario permanente es la posibilidad de que favorezca a ciertos sectores (por ejemplo, aquellos que trabajan mucho con luz natural) pero perjudicar a otros si el horario elegido no se alinea bien con su actividad.

Expertos advierten que mantener el horario de invierno todo el año puede generar amaneceres muy tardíos en verano, lo que podría afectar comercios o sectores de servicios. Para un autónomo con establecimiento abierto al público, cambios como mayor oscurecimiento temprano o luz solar más temprana pueden incidir en el flujo de clientes o consumo de energía.

¿Cuándo se implementaría el cambio?

El cambio no es inmediato: aunque el próximo ajuste de hora se producirá en octubre de 2025 (entrada al horario de invierno), la reforma definitiva está prevista para 2026, siempre que haya acuerdo a nivel europeo.

El debate ahora está en definir cuál será el horario fijo (invierno o verano) y cómo se adaptará la normativa laboral, comercial y educativa a ese nuevo esquema permanente.

Entre los posibles cambios para los trabajadores y autónomos, se debería tener en cuenta la revisión de los posibles efectos sobre horarios de apertura, especial­mente en temporadas de menor luz o con actividad nocturna.

Analizar si un horario fijo podría alterar costes energéticos (solo luz, climatización) y diseñar escenarios según el horario que se fije de forma permanente.

Horario de verano vs. invierno

Si España mantuviera el horario de invierno (UTC+1) durante todo el año, los meses con menos luz solar seguirían siendo diciembre y enero, pero los relojes marcarían amaneceres algo más tempranos y atardeceres más tempranos también. En la práctica, en ciudades como Madrid o Barcelona, el sol saldría cerca de las 8:30 en enero y se pondría poco después de las 17:30 en diciembre, lo que implicaría tardes más cortas, pero mañanas con luz algo antes, algo que favorece a quienes comienzan su jornada laboral temprano.

Por el contrario, si se optara por mantener el horario de verano (UTC+2) todo el año, el país amanecería una hora más tarde durante el invierno, lo que en zonas del oeste como Galicia podría retrasar la salida del sol hasta pasadas las 10:00 en enero. En cambio, las tardes serían más largas: el anochecer llegaría alrededor de las 18:30 o 19:00 en pleno invierno, lo que beneficiaría a sectores como el comercio o la hostelería. La elección, por tanto, no es menor: implica decidir entre más luz por la mañana o más luz por la tarde, con consecuencias directas en los hábitos de consumo, los horarios laborales y la organización de muchos pequeños negocios.

Además, se deberá tener en cuenta que un cambio en el huso horario o en la hora oficial puede conllevar necesidad de adaptación en sistemas de turnos, programación, facturación o gestión de personal y estar pendientes de las negociaciones y normativas que puedan revisar los convenios sectoriales o los requisitos de control horario (por ejemplo, en hostelería o servicios con atención al público).

En conclusión, la decisión final no solo dependerá de criterios técnicos o sanitarios, sino también de cómo viven y trabajan los españoles. Las rutinas laborales y sociales en España tienden a alargar el día, con cenas tardías, actividad comercial avanzada en la tarde y una vida urbana que se prolonga hasta bien entrada la noche.

En ese contexto, y con el turismo como uno de los ejes económicos del país, mantener el horario de verano (UTC+2) parece la opción más plausible, al alinearse mejor con los hábitos de consumo, el ocio y los horarios laborales, especialmente en sectores como la hostelería o el comercio, donde la luz de la tarde tiene un peso económico y cultural evidente.

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