El chivatazo y el alma humana

Al hilo de lo comentado en Si te chivas, hazlo el primero no puedo evitar recordar una pequeña anécdota que me fue relatada en mi primer año de universidad y que no he podido olvidar, tal es la perfección con la que describe a la perfección el funcionamiento y sutilezas del alma humana. " El miembro de cierto partido político lleva varios días durmiendo mal. La semana pasada han tratado de sobornarle para que vote en favor de una recalificación de terrenos. Lo ha pensado mucho e incluso, en un momento de debilidad, ha pensado en donar una parte del soborno a las monjitas del convento, pero la decisión está tomada, dirá que no, que él no se vende.

Por fin, los comisionados vuelven a ponerse con en contacto con nuestro hombre y, para no ser directo, él arguye que necesita más tiempo para pensarlo. La contestación le sorprende: pues el otro también lo está pensando, cómo quién es el otro, preferimos que seas tú, de qué hablas quién es el otro, mira esto es entre nosotros no tenía ni que habértelo dicho, no me fastidies exijo saberlo, pues es... fulano. Fulano resulta ser otro miembro de la corporación con el que el hombre guarda una vieja y fiera enemistad, es decir, son enemigos a muerte. Esa misma noche, el político aceptó el soborno convencido de que hacía lo correcto".

La historia no cuenta si al final hubo o no donación a las monjitas pero resulta de lo más ilustrativa. El nuevo reglamento de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), que premia con el perdón a quienes delaten prácticas de cártel en las que estuvieran implicados, va a ser un éxito absoluto porque los delatores tienen una de las motivaciones más antiguas y profundas del alma humana para dar el chivatazo: adelantarse a que lo haga el otro.

Imagen: Daniel Paz

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