La Pyme como Centro Especial de Empleo

Remo nos recordó a finales del año pasado la posibilidad que tienen las pymes de contratar discapacitados. Dicha contratación cuenta con una serie de bonificaciones en la seguridad social y de subvenciones, abarcando estas últimas también las necesidades generadas por el denominado empleo con apoyos. Cuando hablamos de esta figura nos referimos a la necesidad de adaptar el puesto de trabajo al contratado discapacitado, incluyendo la necesidad de contar con algún tipo de preparador.

Pero lo cierto es que con el marco legal en la mano no se trata de una posibilidad tan solo. Aquellas empresas que cuenten con más de 50 trabajadores están obligados a contar con un 2% de discapacitados en plantilla. Por ley, concretamente la Ley 13/82 de Integración Social de Minusválidos. Lo cierto es que intuyo que, en dicho apartado se incumple notoriamente. Creo que dichas imposiciones no son afortunadas y sin embargo en el propio texto legal si que entiendo que nace una figura afortunada: los Centros Especiales de Empleo.

Los Centros especiales de Empleo son empresas que realizan un trabajo productivo, que compiten en el mercado, que buscan asegurar un trabajo remunerado, una integración laboral y social a los discapacitados que en un porcentaje de al menos un 70% deben formar parte de su plantilla. Por tanto no son talleres ocupacionales, son auténticas empresas, en cuyas plantillas hay un fuerte peso del personal discapacitado y precisamente su ultima finalidad es servir de medio de integración dichas personas.

Evidentemente muchos de los Centros Especiales de Empleo son impulsados por organizaciones del Tercer Sector, pero no tiene porque ser necesariamente así. También hay empresas privadas, impulsadas por promotores empresariales ordinarios, que han visto una doble oportunidad en este campo: un ánimo de lucro legítimo y la integración de los discapacitados. Y evidentemente muchas de ellas son pequeñas y medianas empresas, por lo que os invito a la reflexión respecto a la más que probada viabilidad de dichos modelos.

Creo que el éxito de muchas de estas empresas se debe a un triple factor:

  • La valía profesional de los propios discapacitados. Frecuentemente nos encontramos con que dicha discapacidad no sólo no les afecta a la hora de desempeñar determinadas funciones, si no que en ocasiones es posible que los haga incluso más adecuados para el puesto.

  • Un mix adecuado de coste y beneficios. Por un lado los costes salariales son inferiores a los de las empresas ordinarias (ojo, he dicho inferiores, para nada hablo de que no sean relevantes). Por otro, cuentan con una serie de bonificaciones en la Seguridad Social, y subvenciones específicas para sus proyectos.

  • Una misión social que los anima, los cohesiona, implica a muchos en el proyecto y consigue abrir puertas en potenciales clientes, tanto públicos como privados.

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