De la huerta a casa, Internet y la agricultura

Es curioso como una ocupación tan ancestral como la agricultura y una herramienta tan actual como Internet pueden combinar a la perfección. Hemos hablado de ello al comentar la saludable relación que existe entre las naranjas y el comercio electrónico, pero resulta llamativo observar como la red y el campo pueden unirse en una simbiosis casi perfecta, en la que la primera elimina de un plumazo uno de los principales quebraderos de cabeza que siempre han tenido los agricultores, llevar los productos hasta el consumidor.

Hace siglos fueron los mercados, a los que los pequeños productores acudían una vez por semana a vender su producción de vegetales, frutas o cereales, lo que la tierra diera. Al poco tiempo (quizá a la vez) aparecieron los intermediarios, que ofrecían al productor la posibilidad de ahorrarse el viaje a la ciudad a cambio de obtener un mejor precio, y todos ganaban. Con el tiempo la figura del intermediario se hizo indispensable, era el que manejaba la cadena de distribución y el que tenía tiempo para negociar con unos y con otros, bastante tiene el que ara con el yugo.

El problema es que cuando alguien se hace indispensable, y se da cuenta, tiende a aprovecharse de la situación, y nos encontramos en la actualidad con que los clientes finales pagan precios desorbitados a cambio de productos por los que el agricultor ha cobrado una miseria. Internet tiene el potencial de revertir esta situación y beneficiar tanto a productores (cooperativas y pequeños agricultores) como a los consumidores finales, todo gracias al comercio electrónico.

Habréis observado por el tono bucólico de la introducción que los urbanitas tendemos al romanticismo en cuanto mentamos la saludable vida en el campo, el olor del huerto, el fruto recién cogido del árbol. Poco tiene de romántico para el que se parte la espalda a diario, pero el atractivo que tiene para muchos eso de “de la huerta a casa” es algo de lo que los agricultores deberían aprovecharse (ya lo hacen en muchos casos) para, si no deshacerse de los intermediarios (difícil reto), sí contar con alternativas que no les obliguen a bajarse los pantalones ante los precios insultantes que en ocasiones éstos ofrecen por sus productos.

Quizá utilizar el comercio electrónico sea un problema para el pequeño agricultor, aunque puede hacerse, pero no debería serlo en absoluto para las cooperativas, con mayor capacidad de organización y aguante que los individuales, y que deberían en mi opinión meter cabeza en oportunidades como ésta además de dedicarse a organizar jornadas reivindicativas en las que regalar o mal vender productos por los que podrían obtener un precio justo si se atrevieran a ponerlos directamente en manos del consumidor final.

Gracias a Dios no estoy descubriendo América, y ejemplos como Disfruta & Verdura y Huerta mediterránea (ignoro si están en manos de cooperativas o pequeños agricultores, pero me gustan por su planteamiento) ya ponen en práctica lo que se comenta en la entrada, y con bastante éxito por cierto. Cuando hablamos del potencial de Internet para revitalizar un negocio, para conseguir nuevos clientes, el ejemplo de los productos agrícolas me parece uno de los que mejor ilustran esta capacidad que tiene la red para conseguir que el comercio tradicional se reinvente y potencie, y nada mejor que un buen ejemplo para conseguir la inspiración ¿no?

En Tecnología Pyme | Las naranjas y el comercio electrónico
Foto | curiouslee (Flickr)

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