El peligro de la ignorancia

Una tónica a la que nos enfrentamos diariamente es la carencia de formación que tenemos en nuestros trabajos en determinadas situaciones. En algunas materias directamente relacionadas con el desarrollo de nuestras profesiones tenemos que formarnos continuamente para desarrollarlas pero en otros campos más indirectos a nuestra empresa directamente delegamos en terceros.

En una sociedad donde prima cada día más la especialización en todos los ámbitos, el pequeño empresario se encuentra en un serio problema: Tenemos falta de conocimientos en muchos campos de nuestra propia empresa, que por nuestro propio tamaño no podemos delegar en terceros. Además, el conocimiento avanza a pasos agigantados y necesitamos actualizar continuamente nuestros conocimientos anteriores.

No hay nada más peligroso que la ignorancia, que si le sumamos que nos estamos jugando la pasta, la mezcla puede resultar explosiva. Antiguamente, no se cómo evolucionaba el campo del saber, pero lo que es obvio que a día de hoy, el empresario que no cuenta con una infraestructura adecuada, una de sus principales prioridades tiene que ser saber que lo rodea.

Cuando digo saber, me refiero a saber de informática, de legislación, de los avances que surgen en su sector, de gestión pura y dura de su negocio… En definitiva, el horario laboral de empresario, debería reflejar una parte de su tiempo en emplearla en mantener, consolidar y continuar adquiriendo formación, y aún así, cuanto más nos preocupemos y más aprendamos en todos los campos, más conscientes seremos de lo ignorantes que somos y lo peligroso que es mantener esa actitud pasiva frente la sociedad que nos rodea.

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Imagen | V_batealas en Flickr

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