Marcas vacías, fracaso seguro

El desarrollo de las redes sociales ha supuesto una auténtica explosión en muchos aspectos y en el caso del marketing es más que evidente. Naming, branding, community manager, marketing 2.0, ... surgen un montón de disciplinas y herramientas que las empresas pueden utilizar para llegar a un mayor número de personas a las que ofrecer sus servicios.

Tener presencia en las redes, aprovechar la cultura de marca para crearse una imagen que proyectar al exterior se ha convertido en la piedra angular de muchos negocios, tanto que en algunos casos la empresas se olvidan de lo principal, dar contenido a esa marca. Porque al final lo que determina el resultado final de todas estas estrategias, más allá de que sean efectivas, es lo que la empresa aporta y no se puede vivir de las apariencias ni de una imagen que luego, en la realidad, no tiene un reflejo en los productos o servicios que esa empresa proporciona.

A pesar de todo, esto no es nuevo. Desde siempre no pocas empresas han pretendido captar negocio más con la imagen que proyectan que con la calidad de lo que ofrecen. Un local, unas instalaciones, una infraestructura de lujo, localizaciones en zonas de gran estatus o una sensación de apariencia de "poderío" puede servir como cebo para determinados clientes, pero este efecto se diluye con el tiempo si detrás de esa máscara no hay un trabajo bien hecho.

En los negocios 1.0 esto lleva mucho tiempo funcionando y el resultado a largo plazo siempre es el mismo, nadie puede mantener un negocio que no aporta nada al mercado y sólo vive de un "magnífico aspecto exterior". Hay una frase que explica muy bien todo esto "se puede engañar a muchos durante poco tiempo, incluso se puede engañar a pocos durante mucho tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo".

La marca, la promoción de la misma y la interactuación con el mercado son fundamentales para que el negocio prospere, pero la efectividad de esto crece exponencialmente cuando detrás hay un producto o un servicio que cubre perfectamente las necesidades y las expectativas de sus consumidores.

Al final, las marcas vacías son un fracaso seguro. Por mucho trabajo de apariencia exterior que se haga, por muchos adornos que se le apliquen, nombres con garra, logotipos con carácter o presencia y difusión de la empresa, todo esto no sirve de nada ni salvará al negocio del fracaso si no se trabaja en la trastienda para ofrecer un contenido a la altura del envase.

Por tanto las empresas deben aprovechar estas herramientas y lo que éstas ofrecen, pero siempre partiendo de que lo que se venden son productos, no adornos. Que la diferencia en que el negocio tenga éxito no sólo está en el exterior, en el envoltorio sino en lo que viene dentro, en lo que la gente está buscando.

En Pymes y Autónomos | La influencia de la marca Imagen | Rosaura Ochoa

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