La segunda ola del COVID llega a las empresas sin una regulación clara del teletrabajo

La incidencia en España del teletrabajo ha sido residual antes de la pandemia del coronavirus. Apenas un 4% de los empleados trabajaban en remoto frente a países de Europa en los que dichos porcentajes iban del 15 al 20%. De repente todo el mundo empezó a teletrabajar de forma obligatoria. Y se empezaron a ver las deficiencias del modelo. Se hablaba de una ley que creara las condiciones marco para su realización, pero lo cierto es que la segunda ola del COVID llega a las empresas sin una regulación clara del teletrabajo.

Para muchos trabajadores dejar su puesto de trabajo ha supuesto literalmente un infierno. En su hogar no tienen las condiciones adecuadas ni los medios para trabajar. En muchos casos no hay un ordenador personal, o solo hay uno para toda la familia ¿qué ocurre si los hijos tienen que utilizarlo para las clases o padre y madre teletrabajan?

Trabajadores sin herramientas para trabajar desde casa

La realidad de las ventas de ordenadores nos dicen que hace años que dejaron de ser una prioridad para las familias, arrinconados por tablets y smartphones que ahora no son la mejor opción si lo que queremos es pasar ocho horas delante para sacar nuestro trabajo adelante. Y no todas las empresas han facilitado un portátil o un ordenador a sus empleados para que puedan trabajar desde casa.

Otra cuestión es la conexión de banda ancha. Especialmente aquellos que viven en entornos rurales o algo más aislados han visto como la velocidad de conexión dejaba mucho que desear. Y supone un problema a la hora de realizar las tareas pendientes que en muchos casos obliga prolongar la jornada más horas.

Una silla ergonómica es algo que pocos tienen en casa pero imprescindible si vamos a pasar 40 horas a la semana trabajando en ella

Este es uno de los problemas a regular. La empresa necesita comprobar la dedicación de sus empleados cuando están trabajando en casa, pero sin que resulte invasivo para ellos. En muchos casos la jornada flexible, irregular en el horario, supone más complicaciones a la hora de ejercer este control. Por otro, este tipo de jornada hace que sea más complicada la desconexión digital para muchos empleados.

Todo esto supone que si el teletrabajo ha llegado para quedarse las empresas necesitan realizar una inversión para facilitar la conexión con seguridad. No van a ser unos días y el uso de VPN es más que recomendable. También herramientas de control para evitar intrusiones y un firewall que facilite todo el control de conexiones.

No para todos es una ventaja trabajar desde casa

Al final se trata de llegar a acuerdos individuales en cada organización, pero para que no se produzcan abusos es necesario establecer una regulación marco. Puede que para alguien que tiene contratada fibra el casa, este gasto no le importe correr con él. Por el contrario otro empleado que vive en medio del campo y le llega una conexión muy pobre tal vez si necesite mejorar dicha conexión para trabajar desde casa. No podemos caer en la simplificación de extrapolar lo que ocurre en nuestra empresa a todos los sectores.

Para la empresa a la larga puede que el teletrabajo suponga un ahorro. Puede que para el empleado también, si consideramos los gastos de desplazamiento. Pero a corto plazo implica una inversión para ambos que puede suponer un problema. Y es aquí donde se necesita que queden claras las reglas. ¿Si no nos desplazamos perdemos el plus de transporte? ¿Y los cheques de comida si comemos en casa? ¿Pongo mi teléfono personal para que me llamen o me facilita uno la empresa? ¿Y el ordenador? No en todos los casos queda claro quién corre con los gastos.

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