La pyme no sabe priorizar sus tareas y eso le resta competitividad

A veces es bueno tener un plan. Saber cuando llegamos a la empresa lo que tenemos que hacer. En qué tenemos que emplear el tiempo y cómo lograr sacarle el máximo partido. Saber gestionar estas tareas nos hace más eficaces, pero la realidad es que la pyme no sabe priorizar sus tareas y esto le resta competitividad.

Porque todo este plan que tenemos trazado se vuelve patas arriba simplemente con una llamada de un cliente. Como diga que esto es urgente parece que se encienden todas las alarmas y tenemos que dejar cualquier cosa que tengamos sobre la mesa para atender su petición. Y muchas veces la urgencia no es tal.

Es un mal que aumenta de forma proporcional a medida que disminuye el tamaño de la empresa. Cuanto más pequeña, peor se gestiona y se priorizan las tareas. Y en estos casos lo habitual es dejarse llevar por la vorágine de las urgencias. Para los clientes todo es urgente, todo es para antes de ayer.

Y muchas veces se confunde dar un buen servicio con el hecho de hacerlo más rápido. Y es un error, porque mientras a este cliente le estamos solventando su urgencia lo más probable sea que estemos dejando a otros en la estacada, retrasando otras entregas o aplazando las mismas.

Al final el resultado es que tenemos un cliente que no está del todo satisfecho, porque en muchos casos la prisa de la urgencia supone que no todo queda rematado correctamente. Y un segundo cliente enfadado, porque le hemos retrasado el trabajo que teníamos que efectuar para él.

Y para la empresa una fuente de generación de estrés muy complicado de gestionar. Porque además muchas veces estas urgencias no son reales sino que dependen del propio cliente que ha tardado más de la cuenta en tomar la decisión. En estos casos el problema no es de tiempo, sino de saber decir que no a un cliente. Al menos no ahora mismo.

Cuando estamos en una época del año con mucha carga laboral la cosa se complica. Pero lo malo es que sabiéndolo, no se hace nada para revertir esta situación cuando la intensidad del trabajo ha bajado. Es necesario repensar la forma de trabajar que tenemos, de relacionarnos con los clientes y de ver en qué punto podemos mejorar como empresa, también para ofrecer un mejor servicio.

En Pymes y Autónomos | ¿Por qué tomamos decisiones precipitadas?

Imagen | Devanath

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