¿Merece la pena perder un cliente por vender más caro tu producto?

¿Merece la pena perder un cliente por vender más caro tu producto?
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HOY SE HABLA DE

El mensaje de que hemos de valorar nuestro trabajo, sobre todo si hablamos de autónomos o freelances, que para el caso es lo mismo, no ha llegado de una manera clara para algunas pequeñas empresas. Asociamos un precio elevado a calidad, a profesionalidad y a esfuerzo.

Por esta razón, es tan valorado el discurso de quien ha de buscar clientes por su cuenta y alentar a que tenga el valor para imponer precios justos (que no elevados). El problema viene cuando esta estrategia también la utilizan en sectores donde si bien su producto suele ser caro, no es tan bueno como el de la competencia.

Cuando una empresa cambia de dueño, con ello no mantiene su calidad

Cuántas veces nos ha sucedido de acudir a un restaurante, cafetería, tienda a la que éramos asiduos y de repente vemos que los dueños han cambiado. En apariencia, todo sigue igual. De hecho, ése es el discurso: "Mantenemos el mismo servicio y los mismos productos", y tú sonríes tranquilo.

Pero llega la hora de pagar y la experiencia no ha sido igual, ni remotamente parecida a lo que experimentabas con el anterior dueño.

¿La razón? Puede que el lugar no haya cambiado ni un cuadro de la pared, que el mostrador esté ubicado en el mismo lugar, pero ni lo que te acabas de tomar sabía como lo de siempre, ni el trato es el mismo.

Los cambios constantes del personal hacen que ese vínculo con el cliente fidelizado se rompa

Imaginemos una tienda de flores. Llevas más de diez años comprando todos los fines de semana. Apuestas por ella porque sabes que pagas por un producto de calidad, fresco y que durará al menos hasta la siguiente semana. Pagas un poco más pero merece la pena la inversión.

De repente, un día ya no están los dueños, ni la dependienta que siempre te sonreía y preguntaba por tus asuntos porque se había establecido una relación cordial.

La nueva empleada no te conoce, sólo sabe que ha de vender, nadie le ha hablado de ti ni de ningún otro cliente. No sabe si has hecho más o menos inversión que el resto. Si llevas toda la vida acudiendo a su tienda.

¿Qué ocurre? Trata de venderte unas flores que sabes (ella también) que están mal, que a las dos horas se le caerán las hojas pero, en vez de cambiarlas, te las sigue ofreciendo y sólo hace hincapié en que pagues. ¿Resultado? No volver a esa tienda, y apostar por otra donde se pague la calidad y el buen trato. No se puede vivir de las rentas.

Imagen de cocoparisienne en Pixabay

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