Deja de complacer a los demás en el trabajo

Deja de complacer a los demás en el trabajo
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Llega un momento en el que un miembro del equipo, de la plantilla de trabajadores de la empresa se convierte en el comodín. Esa persona con la que siempre se puede contar por una razón muy sencilla: no sabe decir no.

Y de este tipo de perfil se aprovecha no sólo el jefe sino el resto de compañeros. Su problema reside en una falta de autoestima elevada y un deseo de buscar la aceptación ajena a cualquier precio. Aunque eso implique hacer más horas que el resto.

El egoísmo sano

A todos nos gusta agradar a los demás, a las personas que nos rodean y sobre todo en el trabajo que es donde pasamos más horas. Es un hecho imprescindible para vivir en sociedad. Pero el inconveniente aparece cuando no ponemos límites.

Si por caer bien y evitar conflictos dejamos de ser nosotros, corremos un serio peligro el de traicionar nuestros principios y en definitiva, no llevar la vida que queremos.

Tanto en el trabajo como en el día a día valoramos a esas personas que siempre están dispuestas a ayudar a los demás, renunciando a sus propios intereses. "Qué buena persona" o "Qué buen trabajador".

No hay que temer el rechazo

Cuando quienes nos rodean perciben que pueden contar con nosotros siempre, caemos en una trampa: cargarnos con sus responsabilidades por un temor irracional a sentirnos rechazados.

¿Y nuestras necesidades? ¿No necesitamos descansar también? A veces, resulta difícil borrar este tipo de comportamientos, como el de pensar que los demás dejarán de apreciarnos cuando se trata de lo contrario: a la larga nos respetarán más y valorarán nuestra persona si decimos un no a tiempo.

Fuera culpabilidad

Conseguir el respeto por nosotros mismos comienza por dejar de complacer a los compañeros de trabajo o al jefe, si ya hemos cumplido con nuestras obligaciones.

-Empezar a decir NO

Cuando empezamos a decir "no" a aquellos planes o trabajo extra que te sugiere el colega de empresa, notaremos que por fin llevamos la vida que deseamos. Ser incapaz de decir "no" es una losa que pesa más que cualquier otro maltrato porque proviene de nosotros no de los demás.

-Fuera justificaciones.

No es necesario que expliquemos con puntos y comas el porqué de nuestra negativa. Los demás pueden interpretarlo como una señal de debilidad y seguir insistiendo. No es no.

-Ser asertivo es un placer.

Es la actitud ideal para defender tus derechos sin que nadie se sienta ofendido. Debemos saber expresarnos de manera breve y concisa, con un tono calmado pero firme buscando la empatía de la otra persona.

Huir de los victimistas

Se tiende a pensar que las personas tóxicas (término muy de moda) son aquellas con mucho carácter o genio. Pero en realidad, en el trabajo, aquellas que suelen adoptar un rol victimista donde 'todo les va mal' o siempre tienen 'mil problemas y más grave que los nuestros', son realmente los enemigos de un buen clima laboral.

Si una persona con este perfil detecta a alguien que siempre está dispuesto a arrimar el hombro, peligro.

Nos convertiremos en esa persona a la que siempre recurra para, o bien contarnos sus problemas, o bien cargarnos con sus responsabilidades con la lástima como justificación.

Ignorar el chantaje emocional debe ser lo prioritario. Todos tenemos problemas. Todos pasamos por malas etapas y no convertimos al otro en el responsable de nuestras desdichas, ni tenemos que insistir en ser el centro de su universo.

Todos conocemos al típico compañero al que siempre le van mal las cosas, no llega a fin de mes, nadie le entiende, o el mundo está en su contra cada día pero al que se le da genial manipular.

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