Vivir un trabajo como una vocación es una manera de disfrutar de un empleo. A pesar de los tiempos que corren, muchas personas logran trabajar en lo que les agrada y les hace felices.
Un auxiliar de enfermería que se encarga de cuidar a personas mayores con problemas de movilidad, siente una gran satisfacción al ayudar a otra persona. Máxime si también ha tenido algún caso en lo personal. A una edad temprana, en este tipo de trabajos se despierta la necesidad de volcarse en los demás.
Todos los trabajos tienen un sentido
Si no contamos con la suerte de asistir a charlas donde motivan al personal, será responsabilidad nuestra el encontrar el sentido a lo que hacemos. Ni un solo trabajo es innecesario. Todos tienen un fin que beneficiará a un tercero.
Por ejemplo, limpiar es un trabajo digno y además necesario y valioso. Una oficina ordenada y limpia facilita el trabajo, un hospital desinfectado es de vital importancia para la salud de los enfermos. Ser capaz de visualizar que nuestro trabajo es importante (no importa a qué escala) nos llevará a afrontar cada día con ilusión.
Intentar enamorarse de tu trabajo
Y la única manera de hacer un gran trabajo es amar lo que haces... Steve Jobs.
Cada trabajo tiene un sentido como decíamos e intentar mantener buenas relaciones con los compañeros también ayudará a hacer más llevaderas esas horas, gracias a la comunicación a poder discutir los problemas y cómo no, echar mano del humor para sobrellevar un mal día.
Trabajos mejores que el nuestro existen, y mejor remunerados, pero el convertir tu empleo en algo que te haga sentir bien, no tiene como objetivo otra cosa que complacer a la persona más importante: tú. No tu jefe.
Relegar el placer y la diversión a los fines de semana o sólo cuando no estamos trabajando,convertirá nuestro horario en una condena en vez de en algo que aporta una utilidad a la sociedad.
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