La digitalización de los negocios era una de las grandes transformaciones en las que muchas empresas estaban en camino cuando empezó la pandemia. Muchas no estaban del todo convencidas, pero lo cierto es que digitalizarse no es solo olvidarse del papel, es sobre todo tener el control del negocio.
Se trata de que la información de nuestra compañía nos permita saber en todo momento el estado de la empresa, no solo financiero, sino también el stock de productos que tenemos, el grado de cumplimiento de objetivos anuales, etc. Y esto la mayoría de los pequeñas empresas no lo tienen claro, menos aún los comercios minoristas o bares, precisamente alguno de los sectores que más están perjudicando la pandemia.
El ejemplo más claro lo tenemos a la hora de calcular las pérdidas. Muchos solo tienen una estimación, no tienen claro cuánto han perdido. Saben quizás cómo ha bajado su facturación, pero no en todos los casos si han reducido sus gastos de personal, si han gastado menos en productos o si han reducido el stock necesario almacenado ya que ahora se vende menos.
La digitalización también implica otras cuestiones, como una mejora de la productividad porque no hay que hacer dos veces lo mismo, hay una reducción de los errores humanos o tenemos mucho más claro qué productos nos están dejando más margen y cuáles simplemente no marcan la diferencia.
El problema no es puntual, es que de esta forma es muy complicado ser competitivos. Si peleamos contra otras empresas que si han mejorado sus procesos internos, son más eficientes, tienen menos gastos de personal porque son más productivos, la realidad es que será más complicado aguantar en escenarios adversos como el actual.
Pero también reaccionar rápidamente a los cambios del mercado. Lo vemos con empresas que si tienen este control y saben adaptar su oferta en cada momento a las circunstancias. No todas pueden hacerlo, no todas tienen la capacidad de transformarse rápidamente y la digitalización es en gran parte responsable de esta capacidad de adpatación.
Veremos si cuando todo acabe las empresas que no estaban convencidas se ponen en marcha para afrontar este proceso o simplemente vuelven a lo que hacían antes, sin ver las posibilidades que les ofrece este cambio al mundo digital.