Los costes ocultos de la tienda online en los que no habías pensado

Los costes ocultos de la tienda online en los que no habías pensado
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A la hora de fijar los precios de los productos es fundamental saber cuánto le cuesta a la empresa poner el producto o dar un servicio a un cliente, a lo que hay que añadir el margen de beneficio. Pero si no se calculan bien, ese margen incluso puede ser negativo. Por eso es necesario tener en cuenta los costes ocultos de la tienda online.

Aquí además del coste del producto o servicio, se suelen tener en cuenta otras cuestiones como el coste de mantenimiento de la página web, alojamiento, gastos de marketing online. Los llamados gastos de explotación, como el acceso a Internet, alquiler de local, almacén, etc. lo que nos cuesta mantener la tienda online abierta, se tienen que cubrir con los beneficios que genere. Un pequeño porcentaje de cada uno de ellos debería sumarse al coste que tiene para la empresa poner un producto online en casa del cliente final.

Lo mismo ocurre con los envíos, que de forma habitual el coste se repercute al cliente, al menos una parte. Por eso es normal olvidar otras cuestiones, como serían los gastos de devolución. En este caso hay que tener en cuenta a quién se repercuten. Si se trata de una devolución, lo normal es que sea el cliente el que corre con dichos gastos, mientras que si es por garantía lo cubre la empresa. Hay un porcentaje de devoluciones por este motivo que tenemos que tener en cuenta.

Aquí también hay que añadir el coste de la segunda entrega. En muchos casos el cliente no se encuentra en su domicilio, estadísticamente, una de cada tres entregas. En este caso, o se ha contratado una segunda entrega o el cliente lo recoge en las oficinas de la empresa logística. Pero en algunos casos no lo hará y renunciará a la compra.

Además hay que tener en cuenta el porcentaje de fraude online que afectará a nuestra empresa. Se trata de clientes que compran productos, pero deciden reclamar a su entidad bancaria que les devuelvan el cargo efectuado como si ellos no hubieran realizado realmente dicha compra.

En este caso si la entidad bancaria acepta rechazar el pago, el vendedor tendrá que demostrar con pruebas fehacientes que si realizó dicha venta y que el producto o servicio llegó al cliente. Esto puede ser algo bastante engorroso, sobre todo porque muchas empresas no tienen todo el proceso tan pulido como para que no suponga un quebradero de cabeza.

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