Se asume que uno de los mayores problemas de la empresa española es su escaso tamaño, especialmente en comparación con otros países de nuestro entorno. España es un país de microempresas, y esta circunstancia dificulta el crecimiento económico, impide que se incremente la productividad por trabajador e impide que los salarios aumenten.
Pero, además, la consecuencia más preocupante es que la mortalidad empresarial es todavía demasiado elevada. Por esta razón, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ha anunciado en el Senado que su departamento** está elaborando un estudio donde se expongan todas las dificultades que se están encontrando las pymes** para aumentar su tamaño, según leemos en El Economista.
Los datos son contundentes: el 98 por ciento del tejido empresarial español está compuesto por pymes, y nueve de cada diez empresas tienen menos de diez trabajadores. Esta circunstancia es expuesta por muchas instituciones comunitarias como uno de los grandes hándicaps que dificultan el crecimiento económico y la creación de empleo.
Este problema es especialmente grave en un contexto como el actual, en el que la competitividad y la apertura al exterior de nuestras empresas constituye un elemento imprescindible para el ansiado cambio en el modelo productivo, mencionado por muchos analistas económicos como el gran problema de la economía española.
El Gobierno ha dado pasos para conseguir el objetivo, pero aún son insuficientes. La Ley de Emprendedores, la Ley de Fomento de Financiación Empresarial, la reforma fiscal y otras reformas menores, como la Ley de Morosidad o la Ley de Unidad de Mercado han sido elementos que han mejorado la solvencia de las empresas, facilitando su crecimiento.
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