Salario mínimo y escasas perspectivas de mejora, en busca del empleado saltamontes

Salario mínimo y escasas perspectivas de mejora, en busca del empleado saltamontes
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El miedo al cambio es algo que no afecta de igual manera a todos los trabajadores. Las nuevas generaciones que se incorporan asumen que a lo largo de su vida laboral van a pasar por multitud de empresas y que estar más de dos años en un mismo puesto de trabajo puede ser todo un reto. A esto también contribuye un salario mínimo y escasas perspectivas de mejora, lo que lleva a encontrar empleados saltamontes, que cuando han aprendido todo lo que podían de su nuevo trabajo buscan dar el salto a otra empresa.

Es un empleado que rápidamente trata de adsorber todas la experiencia, los nuevos conocimientos que le ofrece el puesto de trabajo en la empresa. Una vez pasada esta fase empieza su periodo de máxima productividad. Esta etapa podrá durar más o menos dependiendo de ciertas circunstancias, como el ambiente laboral, la circunstancias personales, la facilidad para conciliar vida personal y profesional, etc.

Falta de perspectivas de mejora, el momento del cambio

Pero llega un momento donde el empleado es consciente de que ha tocado techo en esta empresa. No va a mejorar o lo tiene realmente complicado. Es en ese momento donde comienza a plantearse la búsqueda de alternativas laborales. Se intenta lograr fuera lo que no se consiguen dentro de la propia organización de la empresa.

A media que las empresas ofrecen peores condiciones laborales, con sueldos mínimos, pocas perspectivas de mejora a medio y largo plazo, horarios, ambiente laboral para que se sientan valorados, parte de un equipo es más fácil que el índice de rotación de las plantillas sea más alto al igual que la falta de compromiso de los empleados.

Simplemente unas palabras de ánimo de vez en cuando hacen mucho parta tratar de dar un poco de calor y que el empleado se sienta valorado. De esta forma a la mínima oportunidad de cambiar de empleo que surge la mayoría no se lo piensa y coge la puerta sin mirar hacia atrás.

Y los empleados que se quedan son los que menos talento atesoran

Hay que tener en cuenta que los empleados son también un activo más para cualquier empresa. Muchas veces los clientes renuevan sus contratos, se quedan en la empresa por la familiaridad, el trato cercano, etc. que tienen con los empleados de una empresa o servicio. Despedir o tener una rotación alta de plantilla puede suponer un grave problema.

Lo cierto es que si nos fijamos, al final los que se marchan son los empleados con más talento, ya que son los que tienen más posibilidades de encontrar un nuevo trabajo. Se quedan los que menos problemas generan, los más conformistas o los que simplemente no tienen otra alternativa.

A esto también contribuye el escaso nivel de retención de empleados que tienen las empresas, donde en muchos casos ni siquiera se les pregunta por qué se van. No se trata ya de retener a este empleado, sino de evaluar cómo podemos mejorar las condiciones laborales más allá del salario.

Al final esta falta de interés en mejorar las políticas de recursos humanos, de cuidar a los empleados como activos de la empresa al final se acaba pagando con unos mayores costes salariales en forma de escasa productividad, por periodos de formación, desmotivación, además de los asociados a revisiones médicas, tramitación de contratos, etc.

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