La mala educación (I)

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Hay una frase de Mafalda (Quino) que dice “lo urgente no deja tiempo para lo importante”, esta es la percepción que tengo con todas las reformas, que por lo general se acometen en España en los diferentes ámbitos, y no me suscribo a este momento puntual, si no que es una percepción que tengo desde antaño.

Este comentario no viene a propósito de la reforma laboral, aunque inevitablemente, tiene relación. Hace unos cuantos años, el ministro socialista J.M. Maravall, propuso un cambio de modelo educativo para adecuarlo al modelo anglosajón con la LODE y LOGSE. El cambio más notorio (a nivel universitario) fue la incorporación de los créditos, las asignaturas troncales, las de libre configuración y las optativas. En el resto de universidades no tengo claro lo que ocurrió, en la mía, no dejaba de ser el mismo perro con distinto collar.

Llega 2010 y con gran boato, y no carente de cierta polémica, se empieza a aplicar el Plan de Bolonia, con un doble propósito:

  • Mejorar unos planes de estudios bastante desfasados que pecan de ser excesivamente teóricos y carentes de un planteamiento práctico adecuado.

  • Acercar el mundo académico al empresarial.

El planteamiento objetivo es bueno pero la forma de plasmarlo en la realidad no lo es tanto. A nivel de estudios medios y superiores el sistema adolece de un acercamiento de profesionales del mundo empresarial al mundo académico. Con este planteamiento, es inevitable que nuestros recién licenciados no tengan como objetivo prioritario ser funcionarios ya que salen de la universidad con auténtico pánico a enfrentarse al mundo de real de la empresa.

Si tenemos presente que quienes tienen que vincularles con el mundo real, es decir, profesores y catedráticos viven en la nube de la abstracción y la teoría, pero rara vez son emprendedores, empresarios o profesionales de las materias que imparten, es difícil que se aporte una definición práctica de cómo se administrar un negocio, dirigir un grupo humano, tomar decisiones, establecer un plan de empresa (real) o cómo buscar financiación para poder emprender o financiar una empresa. En definitiva, infundir las habilidades prácticas suficientes para que la gente sepa afrontar la adversidad, no temerla y así superarla, como en definitiva, ha de hacer un empresario en su día a día.

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