La cultura del fracaso

La cultura del fracaso
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En España la tasa de actividad emprendedora (el porcentaje de población activa embarcado en un proyecto empresarial con menos de tres años y medio de vida) es del 5,1%. Un año antes era del 7%, según el informe GEM, un estudio mundial realizado por instituciones académicas de 54 países.

El principal motivo para no emprender en nuestro pais es el miedo al fracaso. Más del 50% de la población asegura que nunca se lanzaría a abrir negocio propio porque teme darse un batacazo. Porque el fracaso sale caro. "Si no te sale bien, ponen una crucecita al lado de tu nombre. Y ahí se queda. Los bancos, los inversores, los medios de comunicación..."

La mitad de los que quieren reemprender tienen problemas para encontrar dinero con el que hacerlo, las líneas de crédito o subvenciones especiales para reemprender, en general brillan por su ausencia. Como mucho, algunas comunidades ofrecen formación algo específica, la cultura del emprendedor no está arraigada en España. Esta situación se agraba en la actualidad, donde muchos empresarios se ven abocados al cierre no por mala gestión, si no por la morosidad de sus clientes o por la falta de liquidez y la restricción del acceso al crédito.

La visión en otros países es totálmente distinta, en EE UU, no se premia el fracaso, pero se entiende como algo normal e incluso positivo siempre que se haya aprendido de la experiencia. Allí cuando un emprendedor pide financiación para un proyecto y es su primera empresa, le ponen pegas, porque no hay seguridad de que sepa a qué se va a enfrentar. Obviamente si ese emprendedor tiene en su curriculum muchos fracasos, existe demasiado riesgo, porque está claro que no ha aprendido de sus errores. Pero una persona que haya fracasado dos o tres veces, esta bien visto. En ese país, tierra de pelotazos empresariales y grandes ideas salidas de un garaje, se entienden el fracaso como parte del juego.

El caso es que la historia empresarial está llena de ejemplos de que las segundas oportunidades pueden merecer la pena. Thomas Edison fracasó en 10.000 experimentos antes de dar con el filamento ideal para su bombilla incandescente. Richard Brandson (creador de Virgin) tuvo dos empresas fallidas antes de saborear el éxito. Incluso Google, el gigante de Internet, ha desarrollado o comprado proyectos que ha tenido que cerrar por su escaso interés, como Jaiku, una herramienta parecida a Twitter que duró dos años en sus manos.

La cultura anglosajona suelen ver la botella medio llena después del desastre. Cuanta más cultura emprendedora hay en un país, más fácil es que inversores y sociedad sean más comprensivos cuando las cosas no salen bien. Aquí se valora más el apego a la estabilidad, el empresario, cuando falla, arrastra a otros al paro y, en algunos casos, a sus familiares a una mala situación económica, algo que, si se hubiera hecho funcionario, no hubiera ocurrido.

Ser un verdadero emprendedor no tiene nada que ver con conseguirlo a la primera, sino con volver a intentarlo. En Estados Unidos, antes de llegar a un triunfo cada emprendedor tiene 3,75 fracasos de media. El auténtico emprendedor repetirá una y otra vez, deberá aprender de sus errores, porque cada fracaso duele al bolsillo, y eso cala, pero tra una caida se volverá a levantar y no parará hasta conseguir su objetivo.

Vía | El Pais
En Pymes y Autónomos | Es importante reconocer el fracaso
Imagen | angelrravelor

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