En una factoría de ideas (II)

En una factoría de ideas (II)
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Como continuación de la entrada introductoria anterior en ésta voy a presentar como concluyen los talleres de factorias de ideas y mi valoración personal de lo que ocurre en estos encuentros, talleres o como quiera llamárseles, a medida que se acerca el momento de la clausura del mismo.

Previamente, la idea se ha convertido en proyecto con la aportación común de ideas que complementan a la inicial y tras describirlo, se identifica el público objetivo, distinguiendo entre comprador y consumidor (un buen ejemplo es el caso de una Wii, el comprador es elpadre y el usuario por regla general, el hijo o hijos), así como los productos y servicios que se ofrecerán y cómo no, se establece un plan de acción.

De este en cada uno de los apartados se trabaja primero individualmente y posteriormente, en conjunto, así:

  • Para el público objetivo. Se identifican entre otros la edad, localización, nivel económico, el tipo de necesidad a cubrir y los rasgos socioeconómicos de la población objetivo.
  • Productos y servicios. Se inicia con un análisis de tendencias y a continuación, se aplica esa tendencia que mejor se adapta al público objetivo para poder llevar a cabo la definición de los productos y servicios, en definitiva, el portfolio a ofrecer al cliente. *El plan de acción. Realmente es definir la estrategia de la empresa a corto plazo, más concretamente los objetivos a alcanzar en el primer año.

Algo que he de resaltar es el leve sentimiento de frustración que se genera entre los asistentes al ver que en la última jornada no aparecen inversores, business angels o una ronda de inversores. Realmente, quien emprende ha de tener presente que una idea hay que estructurarla para convertirla en proyecto, pero después de este proceso es imprescindible cuantificarlo, es decir, expresar numéricamente lo que se va a gastar, y lo que se va a ganar por cada euro invertido para poder llegar a conocer cuando se alcanzará el punto muerto de la inversión.

Es una obviedad, pero aunque resulte más que evidente quienes emprenden y da iguale edad, formación, contexto socio-cultural, lo que es cierto es que este paso se da por supuesto y nadie cae en la necesidad de cuantificar el proyecto. La imagen que se transmite de este modo es que en caso de necesitar financiación ajena o inversores capitalistas, estos han de hacer el acto de fe porque la idea que se propone es incuestionable. Gran error porque cuando se busca financiación nunca se va a pedir dinero si no que se va a hacer ganar dinero, y sin números por delante, no queda muy creíble.

Imagen | Blogging Bookshelf En Pymes y Autónomos | Emprendedores

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