¿Cuánto estás dispuesto a perder en tu empresa?

¿Cuánto estás dispuesto a perder en tu empresa?
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La pregunta que titula este post es una pregunta que no se la hace casi ningún emprendedor. Si nos preguntamos cuánto dinero nos marcamos como límite de pérdida cuando comenzamos nuestra empresa, quizá muy pocos sepamos contestarla.

Dentro de toda la amalgama de emprendedores, donde podemos encontrar personas que no tienen ni la más remota idea en gestión empresarial a verdaderos gurús del management, todavía no he oido a ningún emprendedor fijar un tope máximo de pérdidas.

En cualquier inversión, tenemos que cuantificar el riesgo de pérdida material, el hipotético beneficio y decidir cuando tiramos las cartas y no aceptamos el envite. Este criterio de Value at Risk no se aplica casi nunca a ningún negocio nuevo. ¿Qué problemas podemos tener? La ausencia de límites puede provocar nuestra quiebra personal. Cualquier persona como tal tiene que saber qué cantidad de dinero está dispuesta a sacrificar en el caso que su negocio no vaya como se espera. Limitar la cantidad de pérdida y no sobrepasarla nunca es la primera norma que cualquier emprendedor debería tener clara.

Es evidente que quién no arriesga no gana, pero ¿merece la pena perder absolutamente todo lo que tengas hoy y lo que puedas tener mañana? Yo creo que no y más vale retirarse herido pero con honor a vagar moribundo el resto de nuestros días.

Prepara tu plan de pérdidas. Al igual que pensamos en escenarios muy optimistas frente nuestros incrementos de ventas y el exito que nos espera tras el cuento de la lechera, piensa también qué vas a hacer si sobrepasas tu nivel preestablecido de pérdidas. Es decir, hilvana una estructura legal, un hipotético concurso de acreedores y cuantifica también sus costes. No son procedimientos baratos que digamos.

Planifica tu futuro después de la hecatombe. Si has perdido lo que estabas dispuesto a arriesgar y has quemado el cartucho del autoempleo como mucha gente está comenzando a hacer en estos momentos, piensa a qué vas a dedicar el resto de tu vida y de dónde vas a sacar los ingresos que necesites para vivir.

Una vez tengas diseñadas estas rutas, quizá te convenga reconsiderarte emprender ese proyecto tan sumamente maravilloso que te va a sacar de la pobreza o comenzar a realizarlo con más fuerza aún. Ese punto es muy personal, pero dedícale a estas consideraciones aunque sólo sea media hora de reflexión.

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