Patentes: ¿garantías de innovación o generadoras de monopolios?

Patentes: ¿garantías de innovación o generadoras de monopolios?
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Es el eterno debate: las patentes que concede un estado, ¿son una garantía para que las empresas puedan innovar o, muy al contrario, son generadoras de monopolios y, por tanto, de productos más caros y de peor calidad?

Cuando una empresa consigue una patente sobre una nueva invención, logra la explotación comercial en exclusiva durante un período de tiempo determinado, en el cual se convierte en la única empresa que puede comercializar ese producto o servicio, y por lo tanto, se crea una posición monopolista sobre ese producto en concreto para un área territorial determinada.

¿Son necesarias las patentes? Argumentos a favor y en contra

El sistema de patentes se considera como un convenio entre el Estado y una empresa en virtud del cual se impide que otras empresas puedan fabricar o vender el producto patentado sin el consentimiento del titular de la patente, que en muchas ocasiones vende estos derechos obteniendo unos ingresos extraordinarios.

El argumento usado para defender un sistema de patentes y de propiedad industrial e intelectual ha sido casi siempre el mismo: las innovaciones crean ingresos difusos en las empresas, lo que provoca que las empresas no se animen a innovar si no pueden obtener ingresos extraordinarios que compensen, al menos, la inversión que se ha realizado para obtener esa innovación.

Si bien es cierto que el sistema de patentes premia a las empresas innovadoras, no menos cierto es que los precios se distorsionan durante el tiempo en el cual la empresa pueda comercializar el producto en solitario, además de perderse la oportunidad de saber si otra empresa podría haber mejorado la invención inicial.

Por lo general, las patentes otorgan este derecho durante un período de tiempo que suele ser de 10 a 20 años; durante todo ese tiempo, muchos ciudadanos no podrán acceder a disfrutar de ese producto por los precios abusivos por el uso y disfrute del mismo.

De todos modos, hay ciertos casos en los que las patentes pueden tener un cierto sentido. En el caso de, por ejemplo, empresas farmacéuticas que consigan encontrar las curas de diabetes o el cáncer, existe una razón para defender la propiedad industrial, de manera que la empresa en cuestión pueda conseguir ingresos en exclusiva por la explotación de ese producto.

Pero ¿puede decirse lo mismo en el caso de ciertas mejoras marginales, como un pequeño cambio en el programa de un ordenador, o el cambio de color en un envase? ¿O bien ciertas patentes que únicamente se registran para luego ser vendidas a otras empresas para obtener beneficio? Hay razones más que de sobra para pensar que este tipo de exclusividad tiene un componente de pérdida social. En estos casos, no podemos saber qué hubiese ocurrido en el caso de haber compartido el conocimiento con otras empresas, pero parece lógico pensar que podría haber supuesto una gran mejora en la sociedad.

¿Se innnovaba menos cuando no existían patentes?

Pero, ¿cómo se han creado todos los inventos antes de crearse los sistemas de patentes? Más aún ¿cómo se han creado todas las invenciones incluso antes de la aparición de los estados y, por tanto, de los sistemas de patentes? Recordemos el momento en que aparecieron por primera vez la rueda o el fuego como inventos que cambiaron nuestra forma de vivir.

También es cierto que las sociedades han cambiado de manera considerable, pasando a convertirse en economías de mercado en las cuales priman los beneficios antes que cualquier otro tipo de interés, como el de supervivencia, tal y como ocurría en aquellos tiempos.

De todos modos, los inventos sólo son el principio. La rueda en el Neolítico no es la misma rueda que ahora, ni mucho menos. Ni siquiera es igual que hace un siglo. Todos las invenciones progresan. El conceder la explotación durante 10 o 20 años a una empresa (como ocurre en países como México) provoca que ese producto no se perfeccione más durante ese tiempo. Crear posiciones monopolistas sobre un producto frena el progreso sobre ese producto durante ese período de tiempo para una zona territorial concreta.

Conclusiones

Por tanto, no sabemos qué habría ocurrido sin un sistema de patentes. Es posible que no tuviésemos algunos de los productos o servicios que ahora nos hacen más fácil nuestras vidas. Lo que es seguro es que las patentes crean monopolios que frenan el progreso de un determinado producto para un período de tiempo determinado.

¿Por qué no ofrecer incentivos a la creación de nuevos inventos con recompensas o bien reducir el tiempo de explotación exclusiva de estos productos? De esta manera, se primaría la innovación sin frenar el progreso.

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Imagen | vaz_mauricio

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