Una de las noticias empresariales que más han sonado en los últimos meses en España es la mala situación financiera de la mayor empresa de elaboración y captura de productos pesqueros con capital español, Pescanova. Que se las está viendo y deseando para conseguir un acuerdo con la banca, que está resultando muy complicado al demandarse que las negociaciones han de pasar por una quita muy importante del pasivo bancario contraído, que en algunos caso se ha estimado incluso en el 75%.
Este es un caso de que no por ser una gran compañía, se deba presuponer que el consejo de administración realiza una buena gestión, confirmando una vez más la necesidad de instaurar férreos controles para minimizar el riesgo operacional que se pueda derivar de gestiones incorrectas.
Lo más triste del asunto es que llegados estos casos, cuando afloran pérdidas millonarias, y se tambalea la estabilidad laboral de muchos de sus trabajadores directos e indirectos, es apelar a la necesidad de que se destinen recursos públicos para reflotar la compañía.
Cuando se trata de una situación que se veía venir de lejos, y quienes la pilotaban no han hecho nada para emprender los planes correctivos necesarios a su tiempo, ni incluso, han levantado la mano para poner en conocimiento de quien pueda depender el futuro de la situación de la situación real en la que se ha incurrido.
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